Andrés del Campo · Mar 12, 2014 - 16:09
Hoy por hoy el objetivo es conseguir una doble eficiencia: energética e hidráulica, pero los costes energéticos son la gran asignatura pendiente, y ya no sólo para los proyectos pendientes sino para los ejecutados. Realmente, lo que más me preocupa es que se adapten adecuadamente los proyectos de modernización ya ejecutados a un escenario tarifario más competitivo porque, de lo contrario, el incremento de los costes energéticos hace inviables muchos de ellos. Caso distinto son los futuros, algo más de un millón de hectáreas que están pendientes de transformar, en los que el binomio agua-energía tiene que ser considerado a la hora evaluar su modernización. De hecho, los proyectos se hicieron de acuerdo a unos costes energéticos que después se han incrementado de forma exponencial y si se hubiesen podido considerar en su día, se hubiera visto que resultaban inviables y probablemente no se hubieran llevado adelante las obras o se hubiesen modificado los proyectos originales. Hasta ahora para su puesta en marcha se valoraba prioritariamente la eficiencia hidráulica, pero ya no es suficiente. Insisto, el objetivo es conseguir una doble eficiencia: del uso de agua y consumo de energía.