Regadío vs. secano para una agricultura más responsable y sostenible

La agricultura de regadío permite captar una mayor cantidad de CO2 que la de secano por unidad de área foliar, por lo que resulta más eficiente en la lucha contra el cambio climático y en la mitigación del efecto invernadero. “Captan CO2 de la atmósfera y mitigan su emisión desde el suelo al reducir las labores agrícolas ayudando, además, a evitar el avance de la desertificación de la región, actuando como sumideros de gases de efecto invernadero”,

Fecha: 19-Oct-2020

Así lo asegura el catedrático del Área de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), Alejandro Pérez Pastor, una opinión a la que se suma la Fundación Ingenio, creada este año 2020 con el objetivo de poner en valor la producción de alimentos mediante una agricultura familiar, sostenible e innovadora que agrupa a más de 10.000 agricultores y 45 empresas del Campo de Cartagena.

En esta línea se argumenta que, si se riega de forma adecuada, los cultivos de regadío, por su capacidad fotosintética, retiran CO2 de la atmósfera y reducen la emisión desde el suelo, actuando como sumideros de gases de efecto invernadero. La aportación de agua a los cultivos de regadío aumenta la capacidad de fotosíntesis de las plantas, y es entonces cuando éstas absorben dióxido de carbono a través de unas pequeñas aperturas llamadas estomas localizadas en hojas y en frutos, al mismo tiempo que liberan agua en forma de vapor.

Regadío vs. secano

“El regadío promueve una mayor densidad de masa foliar y, por lo tanto, favorece la captación y fijación de dióxido de carbono, y al limitarse las labores del suelo, muy comunes en los cultivos de secano, para favorecer el almacenamiento de agua procedente de la lluvia, se limita (reduce) la emisión de CO2 y N2O a la atmósfera que son gases responsables del calentamiento global,”, señala el catedrático de la UPCT. Por el contrario, los cultivos de secano requieren una mayor roturación del suelo para aprovechar el agua de lluvia, y esta labor favorece la liberación de CO2 a la atmósfera.

Según explica Pérez Pastor, es muy importante tener en cuenta el balance de entrada y salida de carbono en las explotaciones agrícolas: “La entrada es la capacidad de fijación de CO2 por parte del cultivo principal y del secundario, si lo hubiera, para realizar la fotosíntesis, mientras que la salida consiste en la emisión de carbono y de nitrógeno desde el suelo, que se incrementa con la realización de labores del suelo, muy comunes en los cultivos de secano. Cuánto más se labre el suelo, más pérdida de partículas de suelo se produciría, y más emisión de CO2 y N2O va a producirse”.

Uso eficiente de los recursos hídricos

No obstante, Pérez Pastor recuerda que es necesario hacer un uso eficiente de los recursos hídricos en los cultivos mediante técnicas de riego de precisión: “Si utilizamos demasiada agua, favoreceremos la actividad de las bacterias que descomponen la materia orgánica del suelo, liberándose más CO2”, matiza el catedrático.