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Jorge GdO

08/12/13

Bruselas estudia establecer un sistema de etiquetado para la agricultura local y las ventas directas

Estas ventas locales (aquí surge el primer problema de definición pues tanto en los distintos Estados como en los propios estudiosos del tema existen importantes diferencias que van desde los 20 kilómetros a los 100) ofrecen en el conjunto de la Unión Europea una impresionante variedad aunque la mayoría de ellas consiste en la venta de los productos en las proximidades de su lugar de producción ya sea en las propias explotaciones a través de pequeñas tiendas, a pie de carretera o aquellas en las que el propio cliente recoge en la tierra lo que desea; o fuera de ellas en los mercados rurales, con repartos a domicilio, ventas a minoristas o restauración.

La importancia de este tipo de ventas se avalan con datos como los ofrecidos por Eurostat en los que se llega a asegurar que el 15 por ciento de las explotaciones agrícolas comunitarias venden más del 50 por ciento de sus producciones directamente a los consumidores, aunque es cierto que existen importantes diferencias entre los distintos Estados que van desde el 25 por ciento de las explotaciones en el caso de Grecia al sólo el 0,1 por ciento de España, siendo mayoritariamente las explotaciones pequeñas las que más participan en las cadenas de distribución de alimentos cortas.

Por lo que se refiere a la otra parte de este sistema, los consumidores, distintos informes a los que se remite la Comisión Europea en este informe hablan de que, por ejemplo, en el Reino Unido el 70 por ciento de los consumidores quieren comprar productos locales o que el 71 por cientos de los franceses o el 47 `por ciento de los españoles afirman que es importante comprar productos locales.

Además, es evidente que el fortalecimiento de las actividades orientadas a satisfacer la creciente demanda de productos locales pueden fortalecer y desarrollar la competitividad de las zonas rurales. Las cadenas cortas de distribución de alimentos concentran en las explotaciones las actividades de transformación, envasado y comercialización, con lo que se exige una mayor cantidad de mano de obra en ella con lo que se incrementa el desarrollo económico de esas zonas, a lo que se une el incremento del valor añadido que se ofrece a los consumidores, con lo que se enriquece la rentabilidad de esas explotaciones.

Uno de los problemas que se plantea la propia Comisión Europea en el informe que ha remitido al Parlamento y la Comisión es la naturaleza de la ETIQUETA, que debería ser un instrumento sencillo y voluntario para los productores pero sin que les suponga un coste añadido, pero parece fundamental su definición y puesta en marcha pues una de las quejas fundamentales que presentan los consumidores es que no pueden comprar productos locales por que no pueden identificarlos, ofreciéndoles a eestos, además, una importante dosis de credibilidad