CHIL.org

Miguel Lorenzo

07/01/14

Catedrales del campo

En plena posguerra española, el entonces Servicio Nacional del Trigo empezó a construir por el país una red de centros para almacenar el cereal con el que garantizar el alimento para una población que quedó maltrecha. Nacieron entonces los silos y graneros, que dieron lugar a un paisaje nuevo en la región. Un 15% de ese patrimonio agroindustrial está documentado en Andalucía, la mayor parte de él en un buen estado de conservación. Y todo ese legado se quiere ahora poner en valor gracias al empeño de un grupo de arquitectos investigadores y el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, que han firmado un convenio para poner en marcha actuaciones para la reutilización y protección de la Red Nacional de Silos y Graneros.

Este patrimonio empezó a levantarse en 1945 y, hasta 1990, se construyeron más de 900 unidades por el país. Desde su origen, estos edificios, que almacenaban las cosechas de grano, forman parte de la infraestructura rural que permitió el desarrollo de la producción agraria y alimentaria, siendo especialmente valiosos en épocas de carencia y escasez. “Son un hito en el paisaje rural, las catedrales del campo”, señala Jerónimo Cejudo, decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Andalucía.

Estas infraestructuras empezaron a caer en desuso por la liberalización de los mercados y su pérdida de funcionalidad. Y es aquí donde ha surgido el interés de un grupo de investigadores que quieren recuperar las construcciones y que no vuelvan a repetirse la pérdida de patrimonio que han sufrido otros sectores como la minería, las harineras o el patrimonio ferroviario. “Es posible integrar esta Red de Silos y Graneros dentro de las estrategias de desarrollo urbano, social, económico y cultural en los municipios mediante su reutilización con nuevos usos”, señala Carlos Mateo Caballos, portavoz del grupo de investigación que impulsa la reutilización de los 131 silos y 27 graneros existentes en Andalucía.

El grupo que dirigen los arquitectos Carlos Mateo y David Salamanca ha inventariado la red de la región para la Consejería de Fomento, a partir de la transferencia de más de 10.000 planos históricos procedentes del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA). Casi el 90% están sin funcionamiento y son escasos los que han conservado su originario uso agrícola al ser alquilados por los Ayuntamientos a empresas o particulares.

Ante el peligro de su derribo o desaparición, algunos municipios andaluces ya han dado el paso para aprovechar estas infraestructuras. Son los casos, por ejemplo, del silo de Pozoblanco, en Córdoba, convertido en teatro; el de Jimena de la Frontera (Cádiz), transformado en museo etnológico, aunque no se ha concluido por la crisis; el de Fuentes de Andalucía (Sevilla), que se usará como centro de recepción de visitantes y mirador; o el de Carmona (Sevilla), destinado a biblioteca.

Las primeras conclusiones del trabajo realizado por el grupo de investigación www.silosygraneros.es revelan que el 75% de las unidades se encuentran en un estado de conservación bueno o muy bueno. Esta circunstancia, señala Carlos Mateo, otorga a la red una disponibilidad inmediata para su adecuación a otros usos. Hay que tener en cuenta que el 80% de las instalaciones cuenta con una superficie entre 1.000 y 5.000 metros cuadrados.

El grupo plantea incluso varias propuestas de intervención para una quincena de silos y graneros actualmente en desuso. Así por ejemplo, al de Jerez se le propone su utilización como vivero de empresas, un hotel para el de Arcos de la Frontera, un aula ambiental en Baena, un observatorio de las aves en Fuente de Piedra, un centro cultural en La Higuera, un residencial privado en Úbeda o la habilitación como archivo general de las consejerías de la Junta para el silo de Sevilla.

La Red Nacional de Silos y Graneros contempla una red formada por 672 silos y 277 graneros en el país, a pesar de que ya se han perdido algunos. Y los agrónomos que han suscrito el convenio consideran que el buen estado de sus unidades supone “una ocasión irrepetible de valorización del patrimonio industrial agroalimentario para su uso”. De otro lado, con el objetivo de reconocer el valor de estos edificios, un grupo de fotógrafos integrado por Alfonso Terry, Tomás Murube e Ignacio Conradi, de Meridion Photo, se han embarcado en el proyecto de fotografiarlos y publicar un libro.