El hongo comestible se cultivó como parte de un programa en la región de Monmouthshire, Gales del Sur, dirigido por la firma británica Mycorrhizal Systems Ltd (MSL) en colaboración con agricultores locales.

Después de nueve años de espera, la trufa fue cosechada en marzo por un perro entrenado llamado Bella; los resultados del programa sugieren que el cultivo puede ser posible en muchas partes de Reino Unido.

El hongo aromático crecía dentro del sistema de raíces de un roble mediterráneo que había sido tratado para estimular la producción de trufa; análisis microscópicos y genéticos adicionales confirmaron que el hallazgo de Bella era de hecho una trufa negra de Périgord (Tuber melanosporum).

La trufa negra es una de las delicias más caras del mundo, vale como mil 900 euros (dos mil 204 dólares) por kilogramo. Son muy apreciadas por su sabor y aroma intensos; pero su cultivo y cosecha son difíciles, lentos, y normalmente se limitan a regiones con un clima mediterráneo.

Además, su hábitat mediterráneo se ha visto afectado por la sequía debido al cambio climático a largo plazo y los rendimientos están cayendo, mientras que la demanda mundial sigue en aumento. Se estima que la industria de la trufa moverá cinco mil millones de euros (cinco mil 800 millones de dólares) anuales en los próximos 10-20 años.