CHIL.org

Irene Campos

12/02/14

Devastadora enfermedad afecta el crecimiento de la cereza

El científico Timothy Smith habló sobre el efecto devastador de la enfermedad “little cherry” [cerezas pequeñas] que tiene grandes consecuencias.

El especialista de la extensión regional de la Washington State University, Smith, estudia la enfermedad “Little cherry” que ha estado devastando varios huertos de cerezos a lo largo de la región Wenatchee, recientemente.

Por razones no determinadas, la enfermedad está reapareciendo después de haberse presentado anteriormente en la década de 1970, época en la que tuvo un grave impacto en la industria de British Columbia (BC). Sin embargo, esa no fue la primera vez que los huertos fueron destruidos: en el año 1933 casi la totalidad de 60 mil árboles de BC fueron eliminados a causa de la enfermedad.

En los últimos años Smith ha visto huertos enteros ser aniquilados por el virus, el cual ha tenido un repunte desde 2010.

La enfermedad provoca cerezas pequeñas de mal gusto que son sub-estándar y no lo suficientemente buenas para el mercado. Son muy pocos los árboles infectados que se recuperan y el mejor remedio es sacarlos.

“La enfermedad de cerezas pequeñas ha causado graves problemas en el pasado, porque es muy difícil de detectar visualmente y se extiende con bastante rapidez a través de los huertos. Ha sido común en Europa y América del Norte, y es básicamente una amenaza en cualquier lugar con una creciente industria de la cereza“, dijo Smith.

“Ha sido un problema en el pasado en Washington, donde los agricultores tuvieron pérdidas masivas debido a que las cerezas son apenas comercializables. Ahora, estamos tratando de evitar que la situación empeore, haciendo hincapié en esta enfermedad y en que la gente que la encuentre en sus huertos, elimine los árboles antes de que se extienda a otros”, detalló.

Aunque la enfermedad no afecta a la salud general del árbol, inflige un daño extensivo a la fruta.

“Con las normas que tenemos en nuestra industria, la fruta tiene que ser al menos de mediano a grande y los productores tienen que eliminar la fruta pequeña. No creo que mucho fruto con el virus de la cereza pequeña se meta realmente en el mercado, ya que son eliminadas en el proceso de clasificación”, comentó.

Un aspecto llamativo de la enfermedad de la cereza pequeña, que se expande por al menos dos cochinillas según Smith, lo que es enigmático en la naturaleza y sólo se hace identificable en la cosecha.

Esto puede hacer que el trabajo de convencer a un productor de cerezas de sacar árboles sospechosos de infección sea muy difícil, porque los propios árboles parecen estar perfectamente sanos.

“Hemos tenido algunas áreas en las que [la enfermedad] se ha asentado allí por un número de años, un número indeterminado de años, sin ser identificada y ha tomado huertos enteros bajo su influencia. En estas situaciones, los productores han tenido que sacar huertos enteros en lugar de sólo un área de árboles, lo que obviamente es devastador y muy costoso”, señaló.

“Si no se hace nada con los árboles infectados, las cosas no se quedarán como son. Se pondrán mucho, mucho peor”, agregó.

La falta de síntomas ha complicado el control de enfermedades y dificultado el triunfo sobre la confianza de los agricultores, explicó Smith.

“A veces puede ser difícil convencer a un productor de sacar un árbol que se ve muy saludable. Los productores de cereza están acostumbrados a virus y enfermedades que son comunes en los cerezos, pero, normalmente ven los síntomas por sí mismos, ya sea en la forma en que el árbol está creciendo o el color de las hojas o de otros patrones y formas extrañas, así que, generalmente, se dan cuenta cuando un árbol tiene un virus y necesita eliminarse”, dijo el investigador.

“Sin embargo, éste [virus] no es muy claro y los árboles se ven tan geniales y saludables como pueden estar. Sólo hay un período de alrededor de dos semanas donde los árboles no afectados seguirán adelante y madurarán normalmente, mientras los árboles infectados con el virus de la cereza pequeña estarán decayendo en el tamaño de la fruta”, detalló.

Smith dice que el virus puede ser detectado y rastreado en tiempo de cosecha y, aunque nada se puede hacer para salvar esas cerezas no aptas para la venta, hay que tomar medidas para evitar la propagación de la enfermedad y evitar que interrumpa las futuras cosechas.

“Identificas al árbol que está infectado por la pequeña, de mal color, sin sabor y desagradable fruta y la comparas con la deliciosa fruta dulce que está junto a ella. El contraste es muy fácil notar”, dijo Smith.

“Esas cerezas nunca madurarán a un punto que sean agradables de comer, pero si los productores no marcan los árboles durante la cosecha y la fruta cae del árbol, naturalmente ese árbol luego será inidentificable”, comentó.

“Se necesitan un par de años para que esta enfermedad aparezca, por lo que los productores a quienes les resulta visible en su huerto, deben tener en cuenta que puede ser menos visible en los árboles vecinos. Cuando corten los árboles infectados, es importante que marquen los árboles vecinos y los observen durante dos o tres años para ver si fueron infectados porque los árboles pueden injertar sus raíces y el virus puede pasar a través de éstas”, detalló.

Sin cura, Smith y un equipo de especialistas de campo están tratando de convencer a los productores de cerezassobre Washington de la gravedad de la enfermedad de cerezas pequeñas. Han instado a los agricultores a “adelantarse a ella y aprender a detectarla” a fin de no sufrir la misma suerte que otros desafortunados agricultores de frutas.

Smith citó a Stemilt Growers Inc, quien el año pasado sacó 200 hectáreas de árboles de cerezo en Stemilt Hill y Wenatchee Heights, además de los productores en la región de Málaga, que han eliminado varias áreas de árboles infectados para detener la enfermedad.

Smith dijo que entendía cuán ocupados están los agricultores, pero hizo hincapié en que la enfermedad de lascerezas pequeñas no debe ser subestimada o ignorada.

“Fui testigo de una situación en la que el productor dijo que había visto a dos o tres árboles en el borde de su huerto que parecían tener un problema, pero que no lo identificaron como enfermedad de la cereza pequeña. Tres años más tarde estaba de nuevo allí entre hermosos árboles alcanzando su plena producción y cargados con frutas. Lamentablemente, toda esta fruta se arruinó a lo largo de la huerta… dos hectáreas en total durante un período de tres años”, comentó Smith.

Como parte de un programa educativo, Smith está organizando reuniones para sensibilizar y asesorar a los agricultores sobre el mejor curso de acción. Los expertos también están saliendo al campo para ayudar a preparar a los productores. Además, la Washington Tree Fruit Research Commission y la Oregon Sweet Cherry Commission se han comprometido a destinar casi US$64 mil en un estudio para descubrir por qué la enfermedad es cada vez mayor y para desarrollar estrategias de gestión.

“Hemos tenido reuniones durante el invierno a las que la mayoría de los productores de cerezas han estado asistiendo y vamos al campo a trabajar con la gente de asesoría de campo para entrenarlos sobre cómo detectar esta enfermedad. Éstas son personas clave que continuarán creando conciencia y ayudando a identificar el problema”, concluyó Smith.