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Irene Campos

20/05/14

Diseñan fertilizantes minerales con microorganismos

Un proyecto de investigación mejorará la eficiencia en el uso de fertilizantes. El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, del CSIC), la Universidad de Salamanca y la Universidad de León; trabajan para diseñar nuevos productos que mejoren la eficiencia del nitrógeno y el fósforo para que los cultivos puedan aprovecharlos mejor, al mismo tiempo que se respeta el medio ambiente. La iniciativa está coordinada por FERTIBERIA.

Según explica el investigador del IRNASA, Álvaro Peix Geldart, un porcentaje importante del nitrógeno y el fósforo que se aporta a las explotaciones se pierde y se dispersa por el entorno, con los consiguientes efectos negativos para el medio ambiente. Gran parte del nitrógeno aportado se pierde por lixiviación o volatilización (cuando se incorpora en abonos amoniacales basados en urea). Además, debido a un proceso de desnitrificación, se producen emisiones a la atmósfera en forma de óxido de nitrógeno. En el caso del fósforo, un porcentaje muy alto queda acomplejado en el suelo y no está disponible para las plantas.

Este proyecto quiere diseñar "fertilizantes de alto valor añadido, eficientes y no contaminantes". El beneficio no sólo repercutirá en el medio ambiente, también se ahorrarán costes económicos en la actividad del agricultor. Para ello, los científicos han analizado la influencia de ciertos microorganismos en las transformaciones de nitrógeno en el suelo. Otro tipo de microorganismos logran solubilizar el fosfato y movilizarlo hacia las plantas. Además, se han identificado microorganismos promotores del crecimiento vegetal. "Aunamos distintos tipos de fundamentos científicos para buscar mejores productos. Tradicionalmente, se emplea la fertilización mineral o, por el contrario, estrategias biológicas basadas en extractos naturales o microorganismos promotores de crecimiento vegetal, pero se pueden conjugar las dos estrategias para conseguir nuestros objetivos", asegura Álvaro Peix. En la actualidad, el proyecto se encuentra en la última fase experimental y está siendo aplicado en cultivos como el maíz o la cebada.