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Miguel Lorenzo

10/09/13

El consumo de fertilizantes en la agricultura española se recupera

Tras varios años en las que en algunas zonas se ha realizado un aporte insuficiente de nutrientes con los que obtener unos buenos rendimientos, y ante la necesidad de paliar las carencias producidas por su agotamiento en el suelo tras la extracción realizada por las plantas, el agricultor ha optimizado su uso durante la pasada campaña.

Según los datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE), con un aumento del 16% durante la última campaña agrícola, el consumo de fertilizantes en España está tendiendo hacia la recuperación de los niveles que eran habituales con anterioridad a 2008, año en el que se produjo un brusco descenso a nivel mundial.

Por otro lado, en un reciente informe publicado por Fertilizers Europe se indica que en la Unión Europea se prevé una estabilidad a largo plazo en los actuales niveles de consumo de fertilizantes.

España es una de las cuatro regiones de la UE con mayor consumo de abonos, debido fundamentalmente al hecho de que es una de las zonas europeas de mayor producción agrícola, aunque se debe señalar que en España la dosis de abonado por hectárea es inferior a la de otros países de la UE.

En lo que se refiere a la distribución regional del uso de los abonos en España, Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha son las tres comunidades autónomas que consumen más fertilizantes, por ser también las zonas con una mayor producción de cereal, uno de los cultivos en los que más fertilizantes se aplican.

Los nuevos avances tecnológicos permiten aplicar de forma más precisa los nutrientes, adaptándolos también a las condiciones agroclimáticas del terreno.

Esta tendencia de progresiva tecnificación de los cultivos permite que el agricultor cuente con una producción que es cada vez más sostenible, tanto económicamente, puesto que gracias a ello se ve incrementada, como medioambientalmente, porque cada vez se hace un uso más preciso de los productos, y socialmente, dado que permite el desarrollo de las zonas agrícolas. Esta sostenibilidad está estrechamente relacionada con las buenas prácticas agrícolas y con el uso racional de los fertilizantes, gracias a los cuales se ha conseguido reducir también las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.