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Jorge GdO

06/05/14

Las emisiones de metano de los arrozales pueden reducirse con un buen manejo

En su último informe, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) que colabora con la Organización de las Naciones Unidas (ONU)alertó sobre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a niveles sin precedentes, a pesar de los esfuerzos por reducirlas. Sólo el cultivo del arroz emite el 11% de gas metano del mundo.

Científicos del Instituto de Tecnología Agropecuaria de Argentina han llevado a cabo una investigación en la que han comprobado que las menores emisiones de metano (CH4) en el cultivo del arroz se obtienen mediante un manejo de labranza convencional, siembras óptimas a mediados de octubre y con 10 días de desecamiento de los suelos. Estas estrategias de reducción se suman a las que indican un inicio del riego a los 10 días de la siembra, con lámina de agua de 10 cm, fertilizaciones adecuadas y sobre suelos franco-arenosos.

Las mayores emisiones de CH4 están asociadas a ciclos de duración del cultivo más largos que no incluyen el desecamiento de los lotes.“Sin embargo, el desecamiento también libera oxido nitroso (N2O), con un potencial de calentamiento superior al del metano.

Asimismo, se determinó que los dos picos de máxima emisión durante el crecimiento del cultivo son en el inicio de la floración –la actividad metabólica más intensa por parte de la flora bacteriana productora de gas metano– y el inicio de la maduración –cuando la planta libera compuestos orgánicos que son aprovechados por las bacterias metanogénicas como nutrientes para la producción de metano–.

Las mediciones realizadas en varios países indican que existen grandes variaciones temporales de los flujos de CH4 que dependen del tipo y de la textura del suelo, como así también de la aplicación de materia orgánica y de fertilizantes minerales, del clima y de las prácticas agrícolas como las formas de riego.

De acuerdo con un trabajo realizado por la investigadora Maciel, los arrozales de tierras altas –que no se anegan y, por lo tanto, no producen cantidades significativas de CH4– representan el 10% de la producción mundial de arroz y el 15% de la superficie dedicada a este cultivo. El resto, corresponde a zonas anegadas, que incluyen al arroz de regadío, al de secano y al de aguas profundas.

Las máximas emisiones se producen al inicio de floración y cuando comienza la maduración, sin diferencias significativas entre los tratamientos, es decir, que el CH4 se libera a la atmósfera tanto por la planta, como por el suelo desnudo.