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Miguel Lorenzo

12/02/15

Los lupuleros trabajan para crear un centro de certificación para exportar

La Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Grupo de Cultivadores de Lúpulo recaba el apoyo de las administraciones con el fin de aprovechar la demanda que existe de esta materia prima para conseguir variedades autóctonas y abrir las puertas de la exportación, lo que redundaría en un aumento de la producción y de las ganancias para los cultivadores. Así, la directiva del grupo se reunió con el presidente de la Diputación de León, Emilio Orejas.

Para vender su producción en el extranjero los lupuleros precisan que un laboratorio —ajeno a las empresas cerveceras y a los cultivadores y controlado por la Entidad Nacional de Acreditación (Enac)— certifique el porcentaje de ácidos alfa que contiene la producción y que es el valor que aporta esta flor a la cerveza.

La SAT aseguraba ayer en un comunicado que Orejas «comprometió el decidido apoyo institucional» a la iniciativa de la SAT, que incluye la financiación de las investigaciones precisas y la firma de convenios con todas las instituciones implicadas: la Junta de Castilla y León y la Universidad de León.

Para la puesta en marcha del primer centro de certificación de lúpulo en España, el Grupo de Cultivadores de Lúpulo ha firmado ya diferentes convenios con el laboratorio Agrovet. La certificación por un organismo independiente es de obligado cumplimiento según la legislación europea, señala el presidente de los cultivadores, Isidoro Alonso, que apunta que los análisis que se realizan hasta el momento dependen de la Sociedad Anónima Española de Fomento del Lúpulo (SAE), que engloba a las grandes cerveceras. «Ahora la SAE dice 12 y a nosotros sólo nos queda creérnoslo y sin centro certificador no podemos exportar ni tener una postura fuerte en la negociación con las cerveceras, de manera que si un año tenemos excedentes o se lo vendemos a la industria a un precio muy bajo o lo tiramos».

Competencia interior

En esta situación, los lupuleros consideran que no obtienen la rentabilidad que merece su trabajo. Alonso señala que el cultivo rinde «lo comido por lo servido, ya que nos han subido los costes de producción, en especial la luz, en un 100% en los últimos años». Cuando se va negociar el precio para los próximos años con la SAE esta primavera —con «Estrella Galicia, la Xunta de Galicia y la Universidad realizando estudios para producir lúpulo», además de otro proyecto de llevar el cultivo a Cataluña— la alternativa que se presenta a León es crecer o ver cómo de producir el 98% del lúpulo español León pierde otra alternativa para el campo.

«El precio es el mismo que hace 30 años. Hubo unos años de subida, pero la SAE lo bajó luego», apunta Alonso, que urge a que comiencen los estudios de «variedades autóctonas leonesas» ante la inminente competencia que pueda surgir en España. Además, los lupuleros no han podido vender a las elaboradoras de cerveza artesana que se han creado en los últimos años y que han optado por la importación.

Alonso destaca un escenario ideal, «que es lo que tratan de hacer en Galicia: la unión de la industria, la Administración y los agricultores. Es la fórmula que han empleado en Alemania, país que supone el 50% de la producción mundial».

La investigación en León se traduciría, según el grupo de cultivadores, en un motor económico de tal magnitud que «triplicaría la población» en las zonas productoras. En la actualidad, 260 cultivadores, la mayoría en el valle del Órbigo, explotan 540 hectáreas de lúpulo en la provincia, con una producción de un millón de toneladas. «En 1983, 1.700 familias dependían del cultivo y la producción era de 3,6 millones».