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Miguel Lorenzo

01/10/13

Los mercados internacionales, la esperanza blanca del sector vitivinícola español

Cuando llegan estas fechas resulta siempre obligado hablar de la uva, las vendimias, el vino. Ya el viejo refranero -al que mis lectores saben que soy aficionado- decía «Al principio de septiembre, apareja las cubas para vendimiar las uvas» y también «Por San Mateo vendimian cuerdos y sandeos» o «San Mateo la vendimia arreo». Recordaré que la fiesta de San Mateo es el 21 del mes actual.

Pues bien, con arreglo a tales sabios consejos casi toda España ha comenzado ya sus vendimias, algunos, incluso, lo hicieron a finales de agosto, hecho impensable hace medio siglo, cuando la vendimia comenzaba a finales de septiembre y se alargaba hasta bien entrado octubre. Pero los avances enológicos, el cambio climático y las nuevas variedades han llevado al campo español a este adelanto generalizado de la vendimia.

Y este año estamos ante una vendimia con incógnitas pero con buenas esperanzas, creo yo. De una parte, la vendimia se ha retrasado algo en muchas regiones por el tiempo, tiempo que ha hecho de las suyas entre las uvas, muchas de las cuales han llegado a estas fechas con poco grado en muchas zonas de España y porque se ve algo de pudrición que, si llueve -como parece esta semana-, se acentuará. Y los precios se anuncian más bajos que los del año pasado -aunque con algunas excepciones-, si biene cabe el repunte dado que la cosecha, por las razones apuntadas, será menor a la prevista y los mercados internacionales nos siguen esperando.

Y esos mercados internacionales son nuestra gran esperanza blanca porque el mercado nacional es día a día más reducido por la crisis y consecuencia de ella la caída del consumo de vino ha sido del -1% en 2012. Y, desgraciadamente, el consumo de hogares, todo, incluyendo el vino, sigue apuntando al -2,8% en 2013 (previsiones AFI) aunque con una mucha menor caída en 2014 (-0,6%). Por eso la exportación es tan clave para el sector.

No podemos olvidar que España es el primer país del mundo por superficie plantada, el segundo exportador en volumen aunque tercero en valor y, también, el tercero por producción dados nuestros menores rendimientos. Y frente a nosotros tenemos un mercado global en alza -con un consumo de 245,3 millones de hectolitros en 2012- y con un aumento del consumo fuerte, y muy notable en ciertos países como China (+9,3% sobre el año anterior). España es hoy el segundo exportador europeo de vino hacia China, un mercado donde crecen las ventas de vino de marca embotellado y crecen a mucho menor ritmo -primer semestre del año- las ventas a granel, en buena parte -en este caso- por el crecimiento de los precios en la campaña pasada.

Efectivamente, aquella subida de precios ha ocasionado que en el primer semestre de este año las exportaciones de vino cayeran un 18% en volumen aunque crecieron en valor un 7%. Lo mismo le ha ocurrido a Francia y a Portugal, que han vendido algo más en litros y facturado menos. Solo Alemania ha crecido en ambos sentidos. Y nuestra caída ha sido más intensa en granel sin DOP, ni IGP, ni variedades, que han visto reducido su volumen exportado en un 27,7% menos que en el primer semestre de 2012.

Estamos pues abriendo una campaña comercial nueva que va a estar muy condicionada, en su desarrollo posterior, por los precios iniciales de las uvas y éstos a su vez por el volumen de la cosecha que parece disminuir día a día y con problemas localizados de calidad por las lluvias, salvo que éstas se generalicen en las próximas dos semanas. Son incógnitas imposibles de despejar en estos momentos.

Pero hay una terca realidad: la defensa de nuestros vinos sigue estando en los mercados exteriores y en éstos la calidad vía DOP, IGP o varietales, son la clave de nuestra expansión. Apostemos por ello, como ha apostado toda la agroalimentación española. Por eso fuimos en 2012 el cuarto país exportador agroalimentario de la UE y el octavo mundial, con fuerte incremento, entre otros del subsector bebidas (+15%). Ese es el camino y esa es la tarea, nada fácil pero absolutamente necesaria.