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Daniel Martínez

30/06/15

Ni una miga a la basura

kilos de comida tira cada europeo a la basura al año (medio kilo al día). En total, 89 millones de toneladas que al pudrirse también contaminan el planeta: producen 170 millones de toneladas de CO2. España es el sexto país de la UE con mayor despilfarro (7,7 millones de toneladas). 3.000 empresas colaboran con nuestros Bancos de Alimentos, los más activos de Europa. También participan los particulares: en 2014, la 'Gran Recogida' logró un récord al obtener 21.000 toneladas de alimentos, un 50% más que el año anterior.

Según datos de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores españoles (AECOC), que agrupa a más de 250 de las principales empresas del sector en nuestro país, la cadena agroalimentaria ha conseguido en el último año recuperar un 4% más de los excedentes alimentarios para redistribuirlos a entidades humanitarias. En total, se ha recuperado el 32% (frente al 28% del año anterior). Señalan desde esta organización que otro 43,6% no puede donarse porque esos alimentos no son aptos para el consumo. Y explican que, por esta razón, «no pueden considerarse desperdicio».

Varias generaciones de padres llevan utilizando el mismo argumento para conseguir que sus hijos coman. «No dejes nada en el plato, que en África muchos niños pasan hambre». Lo dicen preocupados quizá porque el crío no come lo suficiente, pero también para educarlos en el respeto a uno de los derechos fundamentales de la humanidad, el del acceso a la comida, y tratar de frenar la afición al despilfarro instalada entre los habitantes del mal llamado Primer Mundo. En esta onda, Francia acaba de prohibir a los supermercados tirar un solo kilo a los contenedores, obligándoles a donar sus excedentes a organizaciones como el Banco de Alimentos. A Guillaume Garot, parlamentario socialista que impulsó la norma, le parecía «escandaloso ver cómo rocían la basura con lejía cuando aún hay productos comestibles». El proyecto de ley contempla sanciones de hasta dos años de cárcel y multas de 75.000 euros.

«Si los desperdicios formasen un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero, tras EE UU y China»

Por otro lado, importada de Berlín hasta la localidad vasca de Galdakao, acaba de llegar la idea de las 'neveras solidarias'; dan opción a los ciudadanos, desde particulares a hosteleros, a dejar dentro los alimentos que no van a utilizar para que otros los aprovechen. Y parece que la gente está deseando colaborar porque la iniciativa se extiende en estos momentos como la pólvora por otros municipios españoles. Álvaro Saiz, de la Asociación Humanitaria de Voluntarios, alma mater del proyecto, ha viajado a Murcia esta semana para inaugurar otro de estos frigoríficos. «La respuesta me ha sobrepasado; estoy agotado, pero muy satisfecho de que el proyecto haya calado tanto».

Los alimentos producidos en el planeta bastan para alimentar a toda su población, pero 870 millones de personas pasan hambre, en parte por los 1.300 millones de escandalosas toneladas desperdiciadas cada año. Como denunció el investigador británico Tristram Stuart en su libro 'Despilfarro', un tercio de la comida mundial termina en la basura, con consecuencias directas en la malnutrición en los países pobres. Amador Gómez, director técnico de Acción Contra el Hambre, quiere destacar, sin embargo, que este problema es mucho más complejo que el de los alimentos: «Hay familias que tienen acceso a ellos y, en cambio, sufren desnutrición. Es necesario que se aprovechen y cuando se toman en malas condiciones pueden surgir enfermedades infecciosas que conlleven cuadros diarreicos. Tiene que haber seguridad alimentaria, higiene, acceso al agua potable...».

Amador Gómez, en cualquier caso, entiende que iniciativas como la nueva legislación gala o las 'neveras solidarias' son interesantes: «Los alimentos son un bien común y no se pueden tirar a la basura. Contribuyen a la dignidad y el bienestar de las personas. Se debe fomentar el uso y consumo responsable de los recursos que tenemos y una educación nutricional. Antes de que los supermercados tiren nada, que vayan al Banco de Alimentos para ayudar a la población local sin recursos».

Aunque en nuestro país no haya una prohibición como la que acaban de aprobar en el país vecino, los supermercados aseguran estar trabajando en este sentido. Aurelio del Pino, presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES) -que incluye a los grupos Eroski, Carrefour, Supercor, Simply y Lidl-, esgrime informes independientes supervisados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. «En ellos queda reflejado que el desperdicio alimentario referido a nuestras empresas, que son cadenas de ámbito nacional muy eficientes, se sitúa en el 0,7%. Tanto por la propia estructura de nuestro sector como por la sensibilidad de la sociedad española, posiblemente seamos de los países más avanzados en las soluciones al desperdicio. Con los Bancos de Alimentos y organizaciones como Cáritas, Cruz Roja y los comedores sociales, se realizan donaciones directas de las empresas, que, en el caso de nuestros asociados, llegaron en 2014 a las 10.000 toneladas de comida». Aun así, en España muchas personas siguen acudiendo a los contenedores donde los supermercados dejan la comida caducada o en mal estado para llenar su cesta de la compra.

Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores españoles (AECOC), solo el 5% de lo que se despilfarra proviene de la distribución (tiendas y supermercados). La mayor parte, el 42%, llega de los hogares, el 39% de las empresas productoras y un 14% del sector hostelero. Un estudio de Eroski Consumer sitúa en 76 kilos (unos 250 euros) lo que cada hogar tira anualmente a la basura. Por ello, hay en marcha una campaña de la Federación de Consumidores y Usuarios que pretende informar y formar a los ciudadanos para evitar el desperdicio (noalcubo.org). «Gran parte de ese 42% de desechos se podría haber evitado realizando cambios en los hábitos de consumo, compra y gestión de los alimentos. Sensibilizar a los consumidores sobre las implicaciones económicas, éticas y medioambientales que genera el desperdicio de alimentos es crucial».

La salud del planeta

Porque el despilfarro de comida conlleva también graves consecuencias para la salud del planeta. Maria Krautzberger, presidenta de la Agencia Alemana de Medio Ambiente, expuso recientemente en la Expo 2015 de Milán algo alarmante: «El desperdicio alimentario en Alemania genera por sí solo alrededor del 4% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero a nivel nacional. A nivel mundial, equivale a más de 3 gigatoneladas de estas emisiones; si el despilfarro de alimentos fuese un país, sería el tercer mayor emisor de gases tras EEUU y China». De ahí que también se estén llevando a cabo iniciativas orientadas en este sentido. Es el caso de Seattle, en el estado de Washington; sopesa la decisión de multar a los vecinos que tiren alimentos a la basura, especialmente mezclados con otros residuos, por la imposibilidad de separarla después y que vaya a parar a los vertederos, con la producción de gases, como el metano, que ello implica. De momento, están concienciados sobre cómo hacer compostaje con los desechos.

Con la pequeña aportación que puedan suponer, las 'neveras solidarias' (la de Galdakao ha salvado cientos de kilos de comida en solo unas semanas) empiezan a extenderse por toda la geografía, aunque el motor de la idea, Álvaro Saiz, insta a que le pidan ayuda y se informen en la web que están a punto de crear (neverassolidarias.org). «La gente se está lanzando a la piscina sin tener en cuenta los aspectos legales y sociosanitarios que nosotros hemos estudiado al detalle; no puedes poner una en la calle sin más, porque la retira la Policía, y tampoco acumular alimentos sin cuidar ciertos aspectos. Que escriban a elkarteagbge@gmail.com».

La madre de Amador Gómez, de Acción Contra el Hambre, también empleó con él aquel argumento de los niños hambrientos de África para que dejara el plato limpio, algo que pudo comprobar por sí mismo tiempo después: «En el primer mundo ha habido una industrialización de la alimentación y nos hemos olvidado del trabajo y esfuerzo que cuesta cosechar, producir lo que comemos, de la importancia de saber de dónde vienen los alimentos, y de que no podemos jugar con ellos. Así que está bien eso que dicen las madres, cómete lo que hay en el plato, debemos aprender desde niños que estamos accediendo a un recurso importante. Nosotros vivimos con pequeños desnutridos. Y lo más dramático que le puede pasar a una madre es, sin duda, no poder alimentar a su hijo».