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Eugenio DOP

23/02/15

Para producir alimentos saludables se requieren suelos sanos

La ONU ha declarado 2015 Año Internacional de los Suelos. ¿No les hacemos mucho caso?

Los suelos nos pueden parecer todos iguales, pero hay suelos de buena calidad y suelos pobres que requieren mucha tecnología para producir alimentos. Cuando se construye sobre suelos de buena calidad se demuestra una gran insensibilidad por el valor de los suelos para la vida en el planeta.

¿Por qué?

Porque los suelos sobre los que se construyen casas o infraestructuras son suelos perdidos para siempre. Y el suelo es un recurso natural no renovable a escala humana. Para formar un centímetro de suelo a partir de una roca se pueden requerir de cien a mil años. La Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) tiene que bregar para intentar erradicar el hambre en el mundo con una población en aumento, de ahí que lance un grito desgarrador: ¡basta de acosar a los suelos!

¿Cómo afecta la destrucción del suelo a la lucha contra el hambre?

Con suelos de mala calidad habrá que trabajar más y aportar más fertilizantes o materia orgánica para obtener la misma cantidad de alimentos. Si no se puede trabajar más o no se pueden aportar más insumos, produciremos menos y necesitaremos más alimentos. En el siglo XIX, con el cultivo de la caña de azúcar en América los suelos se degradaban y con ello aumentaba el trabajo esclavo para mantener las producciones. Hoy en día, producir menos significa poner en peligro la seguridad alimentaria de un país. Y, tras las hambrunas, vienen las migraciones de población y los conflictos armados. De la degradación de los suelos pasamos a los riesgos para la paz mundial.

En Europa se podría producir más de lo que permiten los acuerdos económicos.

Europa tampoco se puede poner de espaldas frente a los problemas de degradación de la calidad de sus suelos. Para producir alimentos saludables se requieren suelos sanos. Hay que promover medidas para proteger los suelos de una mala gestión y de una irresponsable asignación de usos y esto es responsabilidad de cada uno de los países.

¿En qué estado se encuentran los suelos en España?

En España no existe el equivalente del Servicio Nacional de Conservación de los Recursos Naturales (NRCS) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), que con otros nombres se fundó en un lejano 1898 y que ha cartografiado los suelos de aquel inmenso país a escala detallada. España no dispone de este tipo de mapas, ni va por el camino de obtener esta información hoy en bases de datos. Para fomentar el buen estado de los suelos se debe saber cómo se distribuyen y cuáles son sus características. "Obtener esta información es caro", puede argumentar alguien. Se le puede dar la respuesta de Derek Curtis Bok, cuando era presidente de la Universidad de Harvard: "Si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia".

¿Cuáles son las principales amenazas de los suelos?

Si se riega mal un perímetro de riego, las sales que en una cantidad muy pequeña pueden contener las aguas de riego se acumularán en los suelos y, al cabo de algunos años, la degradación del suelo por salinización puede obligar a abandonar la zona. Una de las causas de la decadencia de la próspera civilización de la antigua Mesopotamia fue la salinización de los perímetros de riego. Y no es el único caso. La FAO afirma que de los 230 millones de hectáreas de suelos de regadío en el mundo, 45 millones, el 19,5%, están afectados por problemas de salinidad. Pero no es la única amenaza. Los suelos también sufren degradación química (pérdida de fertilidad, acidificación, contaminación por elementos tóxicos); degradación física (compactación, sellado superficial, sellado permanente); y degradación biológica (empobrecimiento en materia orgánica, pérdida de biodiversidad).

Los vertidos contaminantes y sus posibles consecuencias en la salud preocupan a los ciudadanos. ¿Se controla este problema en España?

Si comparamos la superficie de los sitios contaminados con la del conjunto de España, la proporción es muy pequeña. Sin embargo, la problemática de estos sitios es tan importante que ha merecido la atención del legislador y tan compleja que los científicos del suelo han planteado la necesidad de fabricar suelos artificiales ("tecnosoles") para controlar el problema. La Ley española de Residuos y Suelos Contaminados de 2011 se ha hecho necesaria por un aumento constante de la producción de residuos. Todo proceso productivo genera residuos, por lo que nuestra preocupación debe ser que se gestionen bien. Estamos preocupados en la prevención, la reutilización y el reciclado, que está muy bien, pero tenemos que ir más allá y preocuparnos por la degradación silenciosa del conjunto de los suelos por erosión o al estar sometidos a estrés.

La ciencia ha sido una de las principales víctimas de los recortes. Imagino que la edafología no será una excepción. ¿Se puede investigar sobre esta materia en España?

Ya he indicado que la obtención de información de suelos está paralizada en España, a pesar de que no se dispone de la información cartográfica necesaria cuando trabajamos con Sistemas de Información Geográfica en ordenación territorial o en agricultura. Para la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), este tipo de investigación no es objeto de interés desde hace ya muchos años. La Sociedad Española de la Ciencia del Suelo agrupa a más de 500 especialistas en universidades y centros de investigación, un potencial muy importante que podría ser más productivo en investigación. Es una cuestión de recursos económicos, no de falta de personas capacitadas.

¿Qué medidas deberían tomarse para mejorar el estado de los suelos?

Deberíamos aumentar nuestra preocupación por lograr un desarrollo sostenible, tal como lo definió la entonces primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland: "Aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones". Esta expresión fue acuñada hace muy pocos años, en 1987, gracias a los trabajos de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas. Volvemos a encontrar a la ONU como un organismo que nos llama la atención. En ello estamos empeñados los ingenieros agrónomos y los científicos del suelo (edafólogos o sueleros, como nos llaman familiarmente en Latinoamérica). La sostenibilidad es una utopía a la que debemos tender como ideal. Las medidas deben encaminarse de manera simultánea a aumentar la producción de alimentos, asegurar su calidad, proteger los recursos naturales, prevenir la degradación de la calidad de los suelos y de las aguas, con un modelo de desarrollo económicamente viable y socialmente aceptable.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

El Parlamento inglés en la década de 1990 aprobó medidas para que un 60% de las nuevas construcciones se hiciese reutilizando suelo urbano, evitando con ello el sellado permanente de nuevos suelos de buena calidad, que en España son los de regadío. El objetivo se alcanzó a principios de los años 2000. La alondra Dupont, tan pequeñita ella, hizo cambiar la ubicación de uno de esos nuevos aeropuertos tan necesarios. ¿Ella sola? No, la concienciación social de grupos de personas que salieron en defensa de su hábitat. El suelo parece que no existe, o al menos su protección no moviliza a nadie o a casi nadie. De ahí la importancia del Año Internacional de los Suelos para conseguir la plena concienciación de la sociedad y de los responsables de la toma decisiones sobre la profunda importancia de los suelos para la vida humana, la seguridad alimentaria, la adaptación y la mitigación del cambio climático, los servicios ecosistémicos esenciales, la mitigación de la pobreza y el desarrollo sostenible.