Patata transgénica resistente al tizón tardío puede reducir el uso de plaguicidas hasta en un 90%

Un nuevo estudio realizado por científicos del Universidad de Wageningen y la Autoridad Irlandesa de Desarrollo Agrícola y Alimentos (Teagasc), recogido por la Fundación Antama, revela que una variedad de patata modificada genéticamente para resistir el tizón tardío puede ayudar a reducir el uso de fungicidas químicos hasta en un 90 por ciento. El enfoque utiliza dos herramientas: una variedad de patata modificada genéticamente junto con una nueva estrategia de manejo de plagas.

Fecha: 30-May-2018

La plaga de la patata, causada por el moho de agua Phytophthora infestans, causa pérdidas significativas a productores de todo el mundo. Para evitar el ataque, los agricultores fumigan semanalmente sus cultivos con fungicidas para controlar la enfermedad.

El equipo internacional de científicos ha desarrollado el enfoque IPM2.0, que implica el cultivo de cultivos de patata resistentes al tizón tardío, el monitoreo de una población de patógenos activos y una estrategia de uso de fungicidas en la que solo se aplican en casos extremos. Esta estrategia significa que los agricultores no aplicaron fungicidas a menos que una variedad de papa esté en riesgo por un patógeno.

El equipo probó su estrategia durante varios años en Irlanda y los Países Bajos, países productores de patata. Para el estudio se utilizaron tres variedades de patata: una variedad susceptible llamada Désirée, una variedad resistente Sarpo Mira y una versión resistente de la Désirée que recibió un gen de resistencia de un pariente salvaje a través de cisgénesis

Las tres variedades de patata se cultivaron realizando una práctica agraria común (con aplicación de fungicidas semanalmente) y también con el método IPM2.0, para después realizar una comparativa de ambas.

La estrategia IPM2.0 en la variedad susceptible Désirée dio como resultado una reducción promedio del 15 por ciento en la aplicación de fungicidas. Ambas variedades resistentes, sin embargo, se mantuvieron saludables con una reducción promedio de entre el 80 y 90 por ciento en la aplicación de fungicidas.