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Marta García

14/07/15

Ser agricultor ecológico puede ser una salida profesional

Una veintena de alumnos con perfiles y edades muy variados atienden las explicaciones sobre cómo montar una empresa agrícola. Otro día cogerán la azada y saldrán a hacer prácticas a la finca. También aprenderán sobre semillas y sobre comercialización. En la Torre de Santa Engracia (en el barrio de Movera) se desarrollan las clases de la segunda edición de la Escuela Agrícola Km.0, que ha comenzado esta semana.

El Ayuntamiento y la UE impulsan esta escuela, dentro del Proyecto Huertas Life Km.0, que busca potenciar el cultivo de agricultura ecológica, la profesionalización de agricultores ecológicos y la comercialización de estos productos. Se trata de un proyecto ambicioso y pionero en España. Entre sus objetivos están fomentar la generación de 25 ecoagricultores, con una superficie de 75 hectáreas de cultivo ecológico y una red de tiendas locales que vendan estos productos.

"Un indicador de sostenibilidad de las ciudades es saber de dónde proceden los productos que consumen sus habitantes. Zaragoza fue una ciudad que se abastecía de su huerta de proximidad, y eso podría volver a hacerse. Además, cada vez hay una mayor sensibilidad hacia los productos ecológicos, por su calidad y por su menor impacto ambiental", afirma Olga Conde, del servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento y coordinadora del proyecto.

Agricultores y novatos

"Soy historiadora y tengo muy pocas salidas laborales. He trabajado de cajera, teleoperadora y dependienta, siempre con empleos precarios. Tengo un pequeño huerto en Montañana como hobby. Cuando salió la convocatoria de la Escuela me planteé que ser agricultora ecológica podía ser una salida profesional", cuenta Marta, de 28 años.

"Nunca me había planteado la agricultura como una profesión. Soy guía de naturaleza y aprovechando que ahora estoy en el paro, quiero formarme y ser agricultor. Tengo un pequeño huerto en el corral de mi casa, en Pastriz, y cada vez paso más tiempo en el campo", señala Jorge Gómez, de 43 años.

El curso consta de 300 horas de teoría y práctica, y dura de julio a diciembre. Tras el módulo introductorio de la primera semana, los alumnos deben presentar un proyecto sobre el que trabajarán el resto del curso. La escuela está organizada en tres grandes bloques: administración y gestión de una empresa agraria, agronomía y producción, y comercialización.

"El perfil de los alumnos es diverso: hay agricultores convencionales que quieren dar el salto a la producción ecológica, gente que tiene un huerto como hobby y quiere profesionalizarse, y otros interesados en el tema pero que nunca han cogido una azada", afirma Mónica Herrera, miembro del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERA) y coordinadora de la Escuela Agrícola.

El año pasado, 36 alumnos completaron la formación y algunos de ellos ya están dando los pasos para formalizar acuerdos de alquiler de tierras y emprender su trabajo profesional. Encontrar tierra es uno de los problemas a los que se enfrentan estos emprendedores. El Ayuntamiento ha puesto en marcha un banco de tierras y actúa de intermediario entre propietarios y nuevos agricultores. El alquiler de una hectárea de regadío suele rondar entre los 600 y los 800 euros al año. "Es viable. Se puede vivir de la agricultura. Pero también falta una gran labor de concienciación entre los consumidores", apunta Mónica.