CHIL.org

Daniel Martínez

10/03/15

Tendencias de la agricultura mundial: ¿Estamos realmente usando menos tierra?

Cuando consideras que necesitaremos un 70% más de alimentos para el 2050 (asumiendo que no hemos hecho ningún progreso en reducir desechos, disminuir el crecimiento de la población, o detener el incremento en el consumo de productos animales, FAO 2011) es difícil sentirse optimista respecto del futuro. Sin mejorar rendimientos, ese 70% de incremento de alimentos requeriría de la creación de más de 34.000.000 km2 de nuevas granjas y tierras de cultivo, un área mayor que todo el continente africano (FAO 2014).

Esa es la razón por la que me sorprendí al encontrar lo que aparentemente son buenas noticias asechando entre las informaciones mundiales (noticias provenientes desde la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, FAO 2014) mientras me encontraba investigando para un capítulo de un libro que está por salir (Resiliencia Agrícola: perspectivas desde la ecología y la economía – de la Cambridge University Press, para fines de este año).

Encontré que mientras que el suministro de alimentos por persona ha aumentado durante los últimos 15 años, hemos disminuido a la vez la cantidad total de tierra que usamos para producirlos.

Aquí está el por qué este hallazgo podría ser entendido como buenas noticias:

Significa que comparado con unas décadas atrás, la agricultura es la fuerza motora detrás de una menor pérdida de hábitats. Por ejemplo, en el este de los EEUU, las tierras agrícolas que están siendo convertidas en bosques son significativamente mayores que los bosques convertidos en tierras de cultivo (Loveland y Acevedo 2006).

También significa que la intensificación global de la agricultura continúa – produciendo más cultivos en las mismas áreas o incluso en menos. Y esta intensificación es algo que algunas veces puede ser llevada a cabo de forma sostenible, al reducir tanto el uso intensivo de insumos (fertilizantes, pesticidas, y agua dulce) como de emisiones perjudiciales para el medio ambiente (por ejemplo, contaminación del agua, y pérdidas de suelo).

También significa que la suposición tan difundida entre muchos ambientalistas de que la agricultura solo está consumiendo más y más hábitat en tasas cada vez más altas por año, sencillamente no es correcta.

Pero la historia no es todo color de rosas, aún hay mucho trabajo que hacer:

No toda la intensificación agrícola se puede hacer sostenible, y es posible que la mayoría de la agricultura intensiva no lo sea; los datos muestran que el área total de “agricultura de conservación” ha oscilado salvajemente durante los últimos 15 años (FAO 2014). En suma, la agricultura aún tiene un largo camino por delante para volverse realmente sostenible.

Los niveles de intensificación que se han producido hasta la fecha no son suficientes para suplir la demanda proyectada de alimentos para el 2050, y en algunos lugares los rendimientos de los cultivos se han estancado (Ray et al. 2013).

Las tendencias mundiales enmascaran las tendencias locales y regionales. Por lo que mientras que en EEUU y Polonia el uso de tierras agrícolas ha disminuido, en Argentina, Indonesia, y Vietnam va en aumento (vea el mapa abajo para más información). Y la deforestación y otras formas de desmonte de tierras continúa siendo un problema serio.

El cambio climático traerá nuevos desafíos para la agricultura y se espera que las cada vez más extremas condiciones climáticas impacten negativamente en la productividad (Lobell et al. 2008). Afortunadamente, muchas prácticas agrícolas sostenibles debieran repercutir en una mayor resiliencia, lo que implica que se puede ayudar a incrementar la productividad al tiempo que se mejora el impacto medio ambiental de la agricultura (Lal 2006).

Esta es la razón por la que The Nature Conservancy* ha estado enfatizando la intensificación de la agricultura sostenible donde sea posible. Si no podemos producir más alimentos en las tierras agrícolas ya existentes (reduciendo a la vez el uso intensivo de insumos y el impacto ambiental), es esperable que cada vez más hábitats sean arrasados en el futuro. También necesitamos asegurarnos de que las tierras de cultivo existentes que tienen altas productividades sigan siendo usadas para la agricultura en vez de ser usadas para otros fines (lo que podría conllevar a más pérdidas de hábitats).

La sorprendente tendencia mundial

La figuras siguientes muestran cuánta tierra se está usando para la agricultura en el mundo (predios, granjas, y cultivos permanentes como huertos y viñas), y cuánto alimento se está produciendo en términos de calorías por persona. Note que 1 kilocaloría (kcal) es equivalente a 1000 calorías, tal como aparece en las etiquetas de los alimentos, y que el eje ‘y’ del gráfico no comienza en 0 (para que sea más fácil ver los pequeños cambios acontecidos en los últimos años).

Mientras que la expansión agrícola a nivel global se ha mantenido estable por más de 30 años, en 1995 presenciamos la primera disminución registrada de tierras agrícolas. Llegó a su cénit en 1998, y desde entonces se ha mantenido más bajo. De hecho, hasta el 2011 (desafortunadamente los datos del último año aún no están disponibles en FAO) seguían disminuyendo con el tiempo.

Al mismo tiempo hemos conseguido producir más alimentos en menos tierra, y seguimos por delante del crecimiento de la población (lo cual no significa que hemos podido abordar de forma adecuada la inequidad en la distribución de los alimentos).

Desde 1998 al 2009 (el último año con datos disponibles desde la FAO en materia de suministro mundial de alimentos) presenciamos un aumento de un 4,4% de calorías producidas per cápita (desde 2.713 kcal/cápita/día a 2.831) a la vez que el área total de tierras agrícolas cayó en un 0,8% (aunque puede ser un cambio muy pequeño para ser detectado de forma confiable). Alrededor de un 32% del incremento proviene de productos animales (mayormente carne y leche), con otros 27% a partir de aceite vegetal, y un 26% de frutas y vegetales.

Qué es lo que la tendencia mundial no nos dice

Por otro lado, no sabemos si esta intensificación fue hecha de forma sostenible o no. El incremento de la producción se produjo principalmente en alimentos que requieren del uso intensivo de insumos, en vez de granos y legumbres más eficientes. Estos datos además no nos dicen nada sobre cómo la sanidad del suelo y la calidad del agua pudieron haber sido impactados por estos cambios.

Más importante aún, el hecho de que el área total de tierras agrícolas no haya aumentado no significa que no haya conversión de hábitats naturales en tierras de cultivo. En algunos países como en los EEUU, por ejemplo, la conversión de tierras aún ocurre, pero está siendo superada por la conversión a otros fines (ejemplo, para desarrollo urbano). En otras palabras, las buenas noticias a escala nacional no implican necesariamente que no haya problemas a escala local.

Esta advertencia es incluso más relevante cuando se considera el patrón global. La disminución de tierras agrícolas en algunas partes del mundo (Nueva Zelanda, Mongolia, y Polonia) oscurece la importante expansión que ocurre en otros lugares (como en Vietnam, Indonesia y Argentina), como se puede apreciar abajo.

No debiera sorprendernos dónde es que ocurre la mayor expansión, todos hemos escuchado hablar de la palma en Indonesia y la soya en Sudamérica. También, a medida que las regulaciones medio ambientales se vuelven más estrictas en países en desarrollo, es posible que esto esté incentivando a un aumento de la agricultura en países en desarrollo con menos restricciones. Necesitamos hacer un mejor trabajo para asegurarnos de que nos estamos enfocando en aumentar la productividad en tierras agrícolas ya existentes en vez de despejar nuevas tierras para la agricultura.

Por qué el motivo de hacer sostenible a la intensificación de la agricultura es tan importante

Como se indicó más arriba, también es crítico el continuar trabajando en el lado “sostenible” de la “intensificación sostenible”. Mientras que el incrementar los rendimientos y la densidad del ganado es importante para reducir la presión de depredar más hábitats, The Nature Conservancy está trabajando también alrededor del mundo para alcanzar eso en formas que sean amigables con el medio ambiente en términos de sanidad de suelos, eficiencia hídrica, y calidad del agua. Incluso sin la necesidad de incrementar los rendimientos, la agricultura aún tiene mucho por delante antes de que podamos considerarla sostenible, como lo demuestra la escala de problemas como la “zona de la muerte” en el golfo de México (producto de pérdidas de nutrientes en tierras de cultivo, Díaz y Rosenberg 2008).

Puede parecer una meta muy alta, pero sabemos que es posible: una reseña de 198 proyectos de agricultura sostenible de países en desarrollo informó de un incremento relativo de un 79% en la productividad, al tiempo que se redujo el uso de pesticidas, y se mejoró la eficiencia hídrica (Pretty et al. 2006).

¿Qué significado tiene esto para el futuro? Muchas personas han mostrado una visión de cómo alimentar al mundo de forma sostenible (el artículo de National Geographic de John Foley “Alimentando al Mundo”, es un buen comienzo), y ha habido mucho debate sobre cuáles estrategias son factibles.

Los datos nos señalan de que somos capaces de incrementar el suministro de alimentos sin una expansión neta de las tierras agrícolas, aunque, de todas maneras no queda claro de cuánta de esa intensificación se llevó a cabo de manera sostenible, y cuánto de ese incremento ha ayudado a combatir el hambre y la mal nutrición (en oposición a incentivar la obesidad en el mundo desarrollado). Aún queda por ver si es que el incremento de las tierra agrícolas en 2011 fue una respuesta retrasada al salto en los precios de los alimentos del 2008 (lo cual implica que veremos posiblemente más expansión ya que los precios se han mantenido relativamente altos), una anomalía, o el resultado de otros factores.

Aunque hay aún muchos desafíos por resolver, y la conversión de tierras para la agricultura se mantiene como una amenaza vigente, los datos muestran que estamos hallando formas de producir más en menos tierra, y eso es al menos un comienzo. A medida que mejoramos nuestras métricas de agricultura sostenible, debiera ser cada vez más posible el rastrear cuán sostenible es de hecho esa intensificación.

Referencias:

Diaz, R. J., & Rosenberg, R. (2008). Spreading dead zones and consequences for marine ecosystems. Science, 321(5891), 926-929.

FAO (Food and Agriculture Organization). (2011). The state of the world’s land and water resources for food and agriculture. http://www.fao.org/docrep/015/i1688e/i1688e00.pdf. Viewed 1 May 2014.

FAO (Food and Agriculture Organization). (2014). FAOSTAT. http://faostat3.fao.org/faostat-gateway/go/to/download/E/EL/E. Viewed 1 May 2014

Lal, R. (2006). Enhancing crop yields in the developing countries through restoration of the soil organic carbon pool in agricultural lands. Land Degradation & Development, 17(2), 197-209.

Lobell, D. B., Burke, M. B., Tebaldi, C., Mastrandrea, M. D., Falcon, W. P., & Naylor, R. L. (2008). Prioritizing climate change adaptation needs for food security in 2030. Science, 319(5863), 607-610.

Loveland, T. R., & Acevedo, W. (2006). Land cover change in the Eastern United States. Status and Trends in Eastern United States Land Cover. Pretty J, Noble AD, Bossio D, Dixon J, Hine RE, Penning de Vries FWT, and Morison JIL. (2006). Resource-Conserving Agriculture Increases Yields in Developing Countries. Environmental Science and Technology, 40(4), 1114-1119.

Ray, D. K., Mueller, N. D., West, P. C., & Foley, J. A. (2013). Yield trends are insufficient to double global crop production by 2050. PLoS One, 8(6), e66428.

*The Nature Conservancy es la organización de conservación líder que trabaja alrededor del mundo para proteger tierras y aguas importantes ecológicamente para la naturaleza y las personas.