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Jorge GdO

27/05/14

Un estudio revela como nació la agricultura en Oriente Próximo

Según ha informado la UB, los datos aportados por el trabajo permiten entender con más precisión las condiciones de la agricultura en sus orígenes y la evolución de las prácticas agrícolas asociadas al desarrollo de poblaciones humanas en la zona.

El estudio, codirigido por el catedrático de la UB Josep Lluís Araus, el investigador Ramón y Cajal Juan Pedro Ferrier y el catedrático Jordi Voltas, ambos de la institución Agrotecnio de la Universidad de Lleida (UdL), ha reconstruido las características de la agricultura en sus orígenes comparando muestras de semillas y maderas de yacimientos en Oriente Próximo con muestras actuales.

Los resultados permiten conocer, por primera vez mediante evidencias directas, las condiciones de humedad y fertilidad de los cultivos, así como el proceso de domesticación de los cereales por parte de los humanos desde el neolítico (12.000 años atrás ) hasta poco antes de la época prerromana (hace aproximadamente 2.000 años).

La investigación, en la que también han participado los investigadores Ramon Buxó, fitoarqueólogo y director del Museo de Arqueología de Cataluña, y Mónica Aguilera, investigadora de la UdL actualmente en el Museo de Historia Natural de París, se ha publicado en la revista «Nature Communications».

Los investigadores han aplicado técnicas de fisiología de cultivos para analizar restos arqueobotánicos, entre ellos 367 semillas de cereales -como cebada y trigo-, y 362 restos de maderas obtenidas en 11 yacimientos arqueológicos de la Alta Mesopotamia, que incluye el sureste de la actual Turquía y el norte de Siria.

Los investigadores han analizado semillas de cultivos actuales de trigo y cebada y maderas de especies similares a las arqueológicas crecidas en la región y han comparado el tamaño de los restos de semillas con muestras actuales para determinar cómo se produjo la domesticación de los cultivos.

«Hasta ahora, la metodología que se usaba no reconstruía el tamaño real, sino que medía la anchura y la longitud de semillas carbonizadas», ha explicado José Luis Araus, profesor del Departamento de Biología Vegetal de la UB.

«Hemos reconstruido el peso de la semilla -ha añadido Araus- y hemos visto que su incremento continuó durante mucho más tiempo del que se pensaba, posiblemente durante varios milenios».

«La composición isotópica del carbono nos ha permitido evaluar la humedad disponible para los cultivos, que alcanzó un máximo hace aproximadamente 9.000 años y un descenso progresivo hasta los inicios de nuestra era», ha señalado Araus.

En cualquier caso, los investigadores no han encontrado evidencias conclusivas sobre un posible uso del riego como práctica habitual de cultivo.

«Con esta información y con el tamaño de la semilla podemos evaluar la productividad máxima de los cultivos de aquella época», ha dicho Araus.

Según Juan Pedro Ferrier, «aunque eran cultivos de secano, podemos decir que había una gran disponibilidad de nitrógeno en comparación con la actualidad: indudablemente, se cultivaba en terrenos mucho más fértiles que los actuales».

El estudio ha apreciado un progresivo descenso en la fertilidad del suelo, seguramente por sobrecultivo o por la extensión de las zonas de cultivo hacia terrenos menos fértiles, y también por el progresivo endurecimiento de las condiciones climáticas.

Los rendimientos pasados, en relación con las necesidades calóricas medias de una persona, permiten, por ejemplo, tener una idea aproximada de qué superficie de cultivo era necesaria para alimentar a la población en épocas pasadas.

«Esta información -según Araus - se puede usar para conocer con más precisión los límites de crecimiento de los antiguos asentamientos y la evolución de una comunidad humana».