Para nosotros, la principal novedad que presentaba la aplicación de la Reforma de la PAC, era la introducción de conceptos como agricultor activo y actividad agraria, a través de los cuales esperábamos avanzar en la profesionalización de la agricultura. Hay que recordar que en España tenemos casi 900.000 perceptores de ayudas directas, mientras en Francia o Alemania, esta cifra ronda los 350.000. Es decir, en estos países las ayudas agrícolas van destinadas a los profesionales del campo prácticamente en exclusiva. Este hecho diferencial supone una importante desventaja competitiva para nuestras explotaciones. Finalmente, tras las últimas modificaciones que ha obligado a introducir la Comisión Europea, dichos conceptos han quedado desvirtuados y en el sector agrario hemos sufrido una profunda decepción. Aún así, nos gustaría pensar que en el futuro, con un mejor control de ayudas y perceptores, podamos avanzar hacia una política agraria que enfoque las ayudas hacia las explotaciones y los agricultores activos, que crean empleo y riqueza en el territorio.
Sin duda, ese debería haber sido el principal objetivo de la reforma de la PAC. Sin embargo, esta puede haber sido la oportunidad pérdida para profesionalizar el sector agrario español. En nuestra opinión, hay tres elementos que podían haber ayudado a ese objetivo y al final han quedado desdibujados sobre las expectativas iniciales. El primero es la definición de agricultor activo, que en vez de apostar claramente por los profesionales de la agricultura ha dejado abierta la puerta a otras figuras más conflictivas. De esta manera no seremos capaces de reducir el diferencial de apoyo público/ explotación, con respecto a nuestros competidores de la UE. El segundo es el peso de las ayudas acopladas. España tenía la posibilidad de aplicar hasta el 15 % del sobre nacional para estas ayudas, y aunque en los debates en el seno de la UE, España defendió subir dicho porcentaje, al final solo llegó al 12%. Por último, esta reforma debía introducir mecanismos de gestión de mercados ágiles y eficaces, para resolver la falta de precio que tienen la mayor parte de nuestros productos. En este punto tampoco se ha avanzado prácticamente nada.
Excelente pregunta. Es importante recordar que los Pagos de la PAC representan, de media, un 25% de las rentas de nuestros agricultores, mientras que el mercado representa al menos las tres cuartas partes restantes, luego es el mercado quien pone a cada uno en su sitio. El futuro del sector debe, por tanto, venir dado por unos precios remunerativos para el productor, que reconozcan la calidad del producto y las exigencias de producción, tanto en materia medioambiental, de bienestar animal y de trazabilidad, frente a productos que hacen competencia directa sin tener que someterse a dichas normas de producción. Otra cosa es que los pagos, las llamadas ayudas de la PAC, se dirijan a los que de verdad generan actividad y empleo en el campo, para compensar los costes que el mercado no asume.
Finalmente, tras las últimas modificaciones que ha obligado a introducir la Comisión Europea, dichos conceptos han quedado desvirtuados y en el sector agrario hemos sufrido una profunda decepción. Aún así, nos gustaría pensar que en el futuro, con un mejor control de ayudas y perceptores, podamos avanzar hacia una política agraria que enfoque las ayudas hacia las explotaciones y los agricultores activos, que crean empleo y riqueza en el territorio.