Investigadores del CITA cuantifican las funciones ambientales de la agricultura en las zonas de montaña europeas

El trabajo publicado en la prestigiosa revista Ecosystem Services muestra que la sociedad rechaza tanto el abandono de los sistemas tradicionales de producción como la industrialización de la agricultura

Fecha: 24-Sep-2019

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Fuente: Aragón Hoy

Los investigadores de la Unidad de Producción y Sanidad Animal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, Alberto Bernués y Tamara Rodríguez, junto con investigadores de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, la Universidad de Padua (Italia), y la Universidad de Wageningen (Holanda) han cuantificado las funciones ambientales de la agricultura en las zonas de montaña europea.

En un artículo publicado en la prestigiosa revista científica Ecosystem Services ofrecen, asimismo, recomendaciones para el diseño e implementación de políticas agroambientales que podrían ser incorporadas en la nueva Política Agraria Común de la Unión Europea.

La agricultura de montaña ha sufrido una notable recesión en muchas regiones europeas en las últimas décadas. Esta recesión ha originado cambios en la intensidad y los tipos de uso de la tierra, entre los que cabe destacar la intensificación de los sistemas de producción, la reducción del pastoreo y el abandono de las zonas de pasto más remotas o marginales. Como consecuencia, se observa un proceso generalizado de pérdida de biodiversidad y de paisaje cultural, y problemas asociados a los servicios que la naturaleza proporciona a los humanos como el aumento de los incendios forestales en el caso de las zonas Mediterráneas.

¿Cómo percibe la sociedad estos problemas y cuáles son las soluciones?

El trabajo de investigación se ha desarrollado en los últimos años en 3 zonas de montaña europeas, correspondientes a áreas biogeográficas diferentes: Alpina (Alpes Italianos), Mediterránea (Sierra de Guara en España) y Atlántica (Montañas escandinavas). Las tres áreas de estudio sufren procesos de abandono de la agricultura tradicional e intensificación de la producción, y tienen un gran atractivo turístico debido a sus valores naturales y paisajísticos.

Sin embargo, estos valores proporcionados por la agricultura y, de manera muy destacada, la ganadería de montaña, no son remunerados por el mercado y los ganaderos y agricultores no obtienen beneficios económicos de estos servicios que proporcionan (y de los que sí sacan provecho otros sectores como el turismo). Por eso, en estos paisajes altamente multifuncionales, el debate actual enfatiza la necesidad de orientar las políticas agrarias y agroambientales hacia el pago por el suministro de bienes y servicios públicos.

Los investigadores han presentado diversos escenarios de evolución para la ganadería y agricultura de montaña (escenario actual, escenario de abandono y escenario de desarrollo sostenible) (ver imagen) a muestras representativas de la población en cada una de las zonas estudiadas. Un método matemático basado en “modelos de elección” ha permitido obtener un ranking de importancia a los servicios de los agroecosistemas de montaña, así como la disponibilidad a pagar de la ciudadanía por disfrutar de dichos servicios, entre los que se encuentran la prevención de incendios forestales, el mantenimiento de la calidad del agua y el suelo, la producción de alimentos de calidad diferenciada, la biodiversidad y el paisaje agrario. La sociedad se muestra muy preocupada por los llamados servicios de regulación, que incluyen la prevención de incendios, la calidad del agua y la fertilidad del suelo, y rechaza claramente un mayor abandono de la agricultura y ganadería de montaña, así como la intensificación de los sistemas de producción.

La disponibilidad a pagar de la sociedad es entre 3 y 7 veces superior al coste real de las medidas agro-ambientales de la Política Agraria Común de la Unión Europea, por lo que los investigadores concluyen que es necesario reorientar las políticas agro-ambientales hacia el pago por la provisión de bienes públicos. Para ello, hay que definir mejor los objetivos de las políticas, identificar y medir los indicadores ambientales más adecuados, y finalmente establecer programas de seguimiento de los efectos conseguidos con dichas políticas. De esta manera, el denominado “verdeo” de la PAC permitiría responder a las demandas sociales por una agricultura más justa y sostenible, tanto para productores como consumidores y ciudadanos.