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Agrosilvicultura, la técnica que aumenta el secuestro de CO2

La agrosilvicultura es una práctica que integra el cultivo de productos agrícolas con el de árboles, es decir, combina agricultura y silvicultura. Con ello, es posible incrementar la productividad de las tierras y además realizar un aprovechamiento sostenible medioambientalmente. Con el fin último de evaluar la viabilidad de este tipo de proyectos, nueve socios de tres países (España, Países Bajos y Reino Unido) participan en el proyecto europeo LIFE+ Operation CO2 (Integrated agroforestry practices and nature conservation against climate change) que inició su actividad en 2012 y se extenderá hasta 2017.

Entre los socios españoles está la Universidad de Valladolid (UVA), la Fundación General de la UVA, Viveros Fuenteamarga (ubicados en Cabezón de Pisuerga, Valladolid), la empresa zamorana Beral Ingeniería, la zaragozana Alternativas Ecológicas Edena y la Fundación Catalunya La Pedrera.

Juan Añibarro, director general de Viveros Fuenteamarga, asegura en palabras recogidas por DiCYT que el proyecto “es una buena oportunidad para conseguir compatibilizar el mundo agrícola con el mundo forestal, al mismo tiempo que llevar a cabo una buena gestión del territorio mediante cultivos ecológicos, la protección del suelo disminuyendo erosiones y la captura CO2 de una forma muy novedosa”. Añibarro recuerda que, pese a que ya se han realizado otros intentos de integración de los mundos agrícola y forestal en Europa, éstos se producen de forma “dispersa”, mientras que el objetivo del proyecto LIFE+ Operación CO2 es “juntar y probar experiencias en varios lugares diferentes, probando todas las herramientas y todas las nuevas oportunidades que brinda la agricultura y el medio forestal”.

La captación de CO2 es otro de los pilares del proyecto. Como objetivo final, se prevé contribuir al secuestro de carbono y con ello contribuir a la lucha contra el cambio climático. Así, durante la experiencia se analizará la captura de carbono y su fijación en plantas y suelo, con cuya certificación se podrían recuperar derechos de CO2 y posteriormente venderlos a empresas emisoras. Una nueva forma de generar ingresos para el propietario y el agricultor.

En este sentido Luis Fernando Sánchez, investigador de la Escuela de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Valladolid, que participa en los análisis de suelo, de contenido de carbono y en las estimaciones de biomasa en el marco del proyecto, asegura que la iniciativa “es muy interesante porque vamos a intentar que sea posible que se puedan certificar créditos de carbono en España, lo que no se ha hecho aún en Europa, y para nosotros es un desafío”.

Demostradores

Al ser un proyecto de la convocatoria LIFE+ de la Comisión Europea, es necesario realizar experiencias para demostrar que toda esta teoría se puede trasladar a la práctica de forma viable, y hacerla llegar al máximo de interesados. Concretamente, se han seleccionado tres en zonas con suelos pobres y degradados en Ayoó de Vidriales (Zamora), San Mateo de Gállego (Zaragoza) y Muntanya d´Alinyá (Lleida).

En ellas, se van a ensayar modelos mixtos de cultivo de árboles frutales y maderables (como almendros, cerezos, nogales, pistachos o pinos) y cultivos agrícolas (como cereales, gramíneas u oleaginosas). Asimismo, las especies arbóreas que se están produciendo para su cultivo en estos terrenos son plantas micorrizadas.

“Estamos empleando planta micorrizada, metemos dentro de ella una serie de esporas de hongos (bien fuera de la raíz o dentro de ella) que son simbiontes con la planta, y lo que se consigue por un lado es que la planta agarre mejor, sea más resistente y más fuerte, por tanto sea un aliada de la planta; y por otro que ciertas especies de árboles tengan un valor añadido haciendo produciendo setas comestibles como por ejemplo níscalos (Lactarius deliciosus) o trufa negra (Tuber melanosporum)”, apunta Juan Añibarro.

Respecto a los resultados esperados, en el demostrador de Muntanya d´Alinyá se espera no solo aumentar el porcentaje del secuestro de carbono por hectárea, sino además crear un mercado de créditos de carbono, implementar un programa de manejo de bosque y de estos créditos, aumentar la biodiversidad y demostrar la generación de ingresos por la conservación y mejora del bosque. Finalmente, en los demostradores de Ayoó de Vidriales y San Mateo de Gállego se busca también aumentar el porcentaje del secuestro de carbono por hectárea, incrementar la superficie radicular de la planta (lo cual permite mejor absorción de agua y nutrientes, resultando plantas más sanas y productivas), realizar un pre-asesoramiento para la certificación de créditos de carbono, generar más ingresos para el propietario y el agricultor y demostrar la viabilidad económica de un programa agroforestal integral.

Experiencia en Zamora

En el caso de Ayóo de Vidriales, la actuación afecta a una superficie de 25 hectáreas de terrenos comunales, donde se han ido recuperando los suelos primero mediante cultivos de leguminosas y cereales que se combinan con plantaciones de árboles maderables y productores de biomasa con arbustos y frutales. Además se trabaja conjuntamente en la micorrización del suelo con el fin de ir recuperando su calidad y capacidad productiva, según la información proporcionada por la Diputación de Zamora.

Este año se han plantado más de 1.000 castaños y otros tantos pinos piñoneros, así como 871 jerbos (serbal común), la misma cantidad de almendros y 169 pistachos. También se utiliza un sistema denominado Groasis Waterbox, cajas de agua que permiten recoger el agua del rocío o de la lluvia y la suministran paulatinamente a la planta, cuyo inventor es el holandés Pieter Hoff, y cuya técnica también se está llevando a cabo en otro proyecto de reforestación en Riofrío de Aliste, denominado Desiertos Verdes.