¿Sabía que, por cada kilogramo de champiñón cultivado, aproximadamente un 25% se desecha como residuo? El ejemplo más claro es el tallo, una parte del hongo que no suele comercializarse pero que, sin embargo, posee moléculas de altísimo valor proteico que pueden ser utilizadas como base para crear nuevos bio-productos plásticos, cosméticos y alimenticios. En este sentido, el proyecto europeo Funguschain ha logrado exitosamente desarrollar, con residuo de champiñón, bolsas compostables para compra o basura, láminas de plástico para cultivos, jabones, aceites esenciales y alimentos multiproteicos para personas mayores.
24 organizaciones de investigación de 16 países europeos han firmado la declaración conjunta de intenciones “Hacia una agricultura libre de fitosanitarios químicos”.