El bosque mediterráneo sufre una carencia de gestión debida a sus particularidades: baja productividad, aprovechamiento con poca rentabilidad económica, falta de incentivos, inexistencia de industria de la madera y diversos tipos de titularidad, entre los más destacados. Esta situación afecta a su biodiversidad ya los servicios ecosistémicos que proporciona. Por eso, desde la ciencia se reclama una gestión orientada a garantizar retos como su supervivencia, resiliencia y adaptación al cambio climático.
Los últimos informes del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) evidencian que el cambio climático está acentuando la frecuencia de eventos climáticos extremos, como la sequía, en la cuenca mediterránea. Según alerta el CREAF, esta falta de agua durante períodos de tiempo prolongados disminuye la producción y calidad de las semillas en pinos y encinas. Sin semillas, la regeneración natural de los bosques después de perturbaciones puede ser prácticamente imposible.
El bosque mediterráneo sufre una carencia de gestión debida a sus particularidades: baja productividad, aprovechamiento con poca rentabilidad económica, falta de incentivos, inexistencia de industria de la madera y diversos tipos de titularidad, entre los más destacados. Esta situación afecta a su biodiversidad ya los servicios ecosistémicos que proporciona. Por eso, desde la ciencia se reclama una gestión orientada a garantizar retos como su supervivencia, resiliencia y adaptación al cambio climático.