Entre semiconductor y semiconductor, Fujitsu tiene tiempo para plantar lechugas. De verdad. Parece una noticia del primero de abril o el 28 de diciembre. O un relato de Roald Dahl. O un corto de Luis Buñuel. Pero no. Es real. Y además lo hacen en una fábrica de Fukushima, probablemente el último lugar en el que uno iría a comprar verdura fresca en estos momentos.
Entre semiconductor y semiconductor, Fujitsu tiene tiempo para plantar lechugas. De verdad. Parece una noticia del primero de abril o el 28 de diciembre. O un relato de Roald Dahl. O un corto de Luis Buñuel. Pero no. Es real. Y además lo hacen en una fábrica de Fukushima, probablemente el último lugar en el que uno iría a comprar verdura fresca en estos momentos.