Una buena estrategia de comunicación siempre tiene en cuenta que el proceso de la comunicación debe partir del receptor, ya que los mensajes y contenidos sólo captarán su atención si son útiles y relevantes para la persona o personas a las que te diriges. Si conoces qué le atrae y qué le mueve podrás entablar una conversación de interés para ambos.

A pesar de que esta es una cuestión de Perogrullo, curiosamente en comunicación se sigue hablando de lo que le incumbe a una empresa u organización -sus resultados, las acciones que llevan a cabo, etc.- en lugar de difundir mensajes segmentados y que puedan ser de interés para cada una de las audiencias, grupos de interés o potenciales clientes.

 

En publicidad, la programática marca el camino en ese aspecto, ya que permite encontrar grupos de usuarios en función de sus intereses e incluso de su grado de vinculación con una marca. Es decir, pone el foco en servir publicidad relevante para cada usuario en lugar de machacar de forma indiscriminada con anuncios que a la mayor parte de los que impacte no les aporte nada. El resultado, obviamente, es mucho mejor y el coste más reducido porque inviertes el presupuesto en personas que pueden tener un mayor interés hacia tu marca.

En este sentido, la comunicación corporativa también debe avanzar hacia lo que hemos llamado en Making Known la ‘comunicación inteligente’, que es aquella que aprovecha las oportunidades que ofrece la tecnología para conocer a tus audiencias, construir un ecosistema de contenidos relevantes para ellos y distribuirlos de forma segmentada. Con ello se multiplica la efectividad y se mejoran de forma exponencial los resultados.

Comunicar, hoy más que nunca, es innovar, porque todo cambia y no podemos seguir haciendo lo mismo.

Podéis ver algo más sobre esto, aquí

 

 

 

 

Mañana, 20 de noviembre, se celebra en Madrid el V Foro Porcino Internacional, organizado por la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC), en el que expertos nacionales e internacionales van a abordar retos de futuro de un sector estratégico para la economía española, ya que su cifra de negocio supera los 15.000 millones de euros y da empleo de forma directa a 300.000 personas en España.

Entre esos retos está el de la comunicación, y entre ellos, especialmente, el de trazar estrategias para comunicar en positivo. El sector porcino, el cárnico en general, cuenta fundamentalmente con dos flancos en los que debe librar la batalla de la comunicación: la de sector y la de producto. Para afrontarlas con éxito hace falta implementar estrategias diferentes pero complementarias.

Por lo que respecta a la comunicación sobre la labor del sector, me temo que se ha permitido durante décadas que colectivos contrarios a la actividad difundan argumentos que poco tienen que ver con la realidad pero que han ido haciendo fortuna en algunos medios de comunicación y grupos de la sociedad. Frente a ello la reacción habitual del sector ha sido el silencio o la comunicación táctica y a la defensiva. Es decir, en lugar de hacer partícipe a la sociedad de los avances en sostenibilidad, bienestar animal o innovación o de repetir una y mil veces lo que aporta cada una de las empresas a la comunidad local en la que se asienta, nos hemos limitado a responder a los ataques, y a veces ni a eso.

Llega el momento de que el sector hable en positivo a la sociedad. Contar una y otra vez las ventajas que aporta una granja o una fábrica a la economía local, lo respetuosa que es con el medio ambiente. Y abrirlas si tiene que hacerlo.  Dejar de responder con un ‘eso es falso’ para anticiparse y contar la realidad. Y cuando falle reconocerlo y hacerlo mejor la próxima vez.

En cuanto a la parte de producto, la carne tiene también en contra colectivos veganos y animalistas, a lo que se suman la pervivencia de algunos falsos mitos sobre los productos del cerdo y la tendencia de la sociedad hacia un consumo de alimentos saludables y con menos grasas. Con respecto a los que se oponen al consumo de carne ocurre como con los contrarios a la actividad ganadera: hay que ser conscientes de que no se les va a convencer y de que no buscan un debate constructivo, sino polémicas estériles. Por ello hay que intentar hablar en positivo a la sociedad en lugar de limitarse a reaccionar a la defensiva. En cuanto a los falsos mitos y las tendencias saludables, afortunadamente la industria cárnica española es responsable y apoya la alimentación equilibrada. Tiene que seguir trabajando con la comunidad científica en dos aspectos: la difusión de los valores nutricionales de los productos del cerdo para que los consumidores sepan qué es cierto y qué no (falsos mitos) y en impulsar la investigación sobre las características de los productos del cerdo.

 En resumen, ante los ataques que recibe tanto el sector como el producto es preciso cambiar el enfoque para comunicar de forma proactiva, continuada en el tiempo, en positivo y siempre tratando de sostener nuestros argumentos con base científica. Para ello es fundamental que cada empresa y organización cuenten con una buena estrategia. Que se unan fuerzas. Que cada uno, defendiendo lo suyo, aporte a todos.

 

 

 “La esencia de la estrategia está en elegir actividades que sean diferentes a las de los rivales”

Michael Porter

Una estrategia de comunicación tiene que contemplar aspectos que son absolutamente relevantes y que van mucho más allá -porque le anteceden- de la elaboración del propio mensaje que se quiere dar. Como los buenos generales, el comunicador planifica todo el proceso en los cuarteles de invierno, porque una buena estrategia supone un alto porcentaje del trabajo, ya que facilita elegir el terreno, las condiciones más favorables y hasta las reglas del juego. Un análisis propio del entorno y de la competencia permite definir o reforzar una identidad diferenciada de la empresa u organización y forjar una reputación de cara a sus consumidores y grupos de interés.

A la hora de desarrollar una buena estrategia de comunicación hay algunas claves importantes que todo comunicador debe tener en cuenta. Cada uno tiene su método, yo voy a enumerar algunas de las que me parecen importantes:

  • Antes de hacer cualquier planteamiento, analizar a fondo a la empresa u organización, a la competencia y al sector o entorno en el que se mueve. Identificar las amenazas y oportunidades, reforzar las debilidades y potenciar las fortalezas. Anticipar distintos escenarios y fijar unos objetivos realistas y medibles.
  • Hacer para contar. Hoy en día es imposible que perdure en el tiempo una estrategia basada en valores que no son realmente los de la empresa. En la Era de la Información no cabe el storytelling sin un storydoing.
  • Alinear la estrategia de comunicación con la estrategia global de la empresa. Dentro de la estrategia cabe todo; fuera de ella nada. En el ámbito profesional no se impulsan acciones porque su coste sea bajo o porque sea visualmente atractiva si no encaja perfectamente dentro de la estrategia.
  • Involucrar a la dirección en la estrategia de comunicación. Que conozca los avances y retrocesos, las mediciones y las necesidades. Sin la implicación de los órganos de dirección, la comunicación pierde efectividad.
  • La estrategia de comunicación es única y combina canales tradicionales y digitales. No existe separación entre ellos ni pueden estar descoordinados. El relato es el mismo; cambia la forma de contarlo para adaptarse a cada canal o público.
  • Liderar el ámbito del debate. En una conversación pública, los términos sobre los que se debaten son tan importantes o más que la materia en sí, como expuso con brillantez George Lakoff en su Teoría de los Marcos. La percepción y el rumbo de un debate es distinto si, por ejemplo, se centra en hablar sobre “rescate económico” que sobre “apoyo financiero”. Lo segundo es mucho.
  • Posicionarte en la mente de tus públicos. Hay que insistir en aquello que nos diferencia y nos aporta valor. Contarlo mil veces de distintas maneras.
  • Comunicar valores. La comunicación parte de los valores, que sustentan tu relato, tu posicionamiento y tu diferenciación. Tus grupos de interés olvidarán fácilmente lo que les digas, pero se sentirán vinculados con los valores que proyectas. Todos asociamos a Nike con la superación o a Apple con innovación, aunque olvidemos sus anuncios y sus comunicados.
  • La comunicación comienza en el receptor, que demanda CONTENIDOS ÚTILES. Es hora de dejar de ofrecerle información sobre lo que nos interesa. Su tiempo es muy limitado y sólo busca contenidos que le sirvan de utilidad para informarse o disfrutar. Háblale de lo que le interesa y te ganarás su atención y su confianza.
  • La comunicación tiene distintas capas -de menor a mayor información- y hay que combinarlas de forma eficaz. Hay que adaptar los mensajes a los diferentes grupos de interés porque no vale todo para todos. Un prospecto es importante para el paciente que va a tomarse la medicina, es información útil, pero es obvio que Frenadol no puede basar su comunicación en una información tan técnica y extensa.
  • Seducir a tu público. Crear un relato atractivo, que refleje tus valores y cautive en tus receptores. Combinando lo emocional con lo informativo.
  • Promover el storydoing y la RSC. El Departamento de Comunicación tiene que promover planes que avancen en aspectos como transparencia, RSC o vinculación con el entorno en el que opera. Una empresa u organización debe hacer para luego
  • Impulsar las relaciones institucionales con administraciones y grupos de interés.
  • Segmentar y personalizar los mensajes, pero teniendo en cuenta que la segmentación demográfica ha dado paso a la actitudinal. Nuestros grupos en muchas ocasiones se construyen sobre intereses comunes (las comunidades), no tanto en función de su edad, sexo o lugar de origen.
  • Dominar los nuevos canales y trazar estrategias de comunicación basadas en las oportunidades de las nuevas tecnologías. Apoyarse en el Big Data y convertirlo en Smart Data para identificar la información que aporta valor añadido y utilizarla en las estrategias de comunicación.
  • Trazar estrategias para conectar con los empleados. Son grandes prescriptores de una empresa ya que los estudios demuestran que son los que gozan de mayor credibilidad ante la opinión pública, muy por encima de los directivos o de los portavoces oficiales.
  • Medir las acciones para analizar el impacto y cambiar todo lo que no funcione.

Como ya he comentado, seguramente no están todas las cuestiones clave en una estrategia, pero sí son todas las que están. Cada responsable de Comunicación tiene su propia visión y distintos retos en función de la empresa, sector y coyuntura en la que se encuentre y, por tanto, pondrá el enfoque en unas u otras. Lo realmente importante es que haya una estrategia solvente, sin ella nunca habrá una comunicación realmente eficaz.

 

 

 

 

No vendo zapatillas, vendo el espíritu del deporte”

Phil Knight, fundador y presidente de NIKE

En la década de los 70 del pasado siglo, el 83% de la valoración de las principales compañías del índice S&P 500 dependía de sus tangibles, es decir, de la calidad y características de los productos o servicios que ofrecía. Se venía de una época de demanda, en la que todo lo que se producía se vendía, y aunque el consumidor había evolucionado ya que tenía experiencia de compra y empezaba a comparar, las estrategias de comunicación y publicidad se basaban en repetir mensajes con las ventajas racionales de un producto o servicio. Era una comunicación basada en los intereses del fabricante, no del consumidor, que más bien pintaba poco.

                                                                                *Fuente: OCEAN TOMO, LLC

En el año 2015, el 87% del valor de las compañías del mismo índice se basaba en intangibles que inciden en su buena reputación, como pueden ser la marca, la transparencia, la sostenibilidad, la responsabilidad social, la vinculación con el entorno, el buen trato a los trabajadores, el talento, la innovación y un largo etcétera, dependiendo del sector, país o empresa. La cotización de Google, Facebook, Apple o Uber no dependen de multiplicar su Ebitda por un número de años, sino en buena parte en expectativas y en la confianza que generan de cara al futuro.

Es decir, que hoy en día no vale lo mismo una compañía con prestigio, marca conocida y buena reputación que otra que sea desconocida, aunque facturen lo mismo y generen los mismos ingresos, y eso es válido para cualquier empresa, sea del sector que sea. La marca es valor añadido real. En euros. La reputación lo mismo. Si hay una crisis de confianza seria, la marca puede incluso restar. También en euros. Por eso muchas empresas se ven abocadas a cambiar de nombre comercial o a dejar morir sus marcas.

En este entorno de auge del valor de los intangibles -especialmente marca y reputación (tanto monta, monta tanto)-, la comunicación juega un papel fundamental, toda vez que, como dice uno de los más grandes publicistas españoles, Agustín Medina, “hoy en día a una marca se le presupone un buen trabajo en las 4 Ps del marketing -producto, precio, distribución (place) y promoción-, y ahora cobra fuerza una comunicación en su sentido amplio enfocada a los intangibles al darse un trasvase del poder del mercado al del consumidor”. Por ello, el propio Agustín Medina concluye que “lo intangible hoy en día es lo más tangible de las empresas y por ello la comunicación es el nuevo marketing”.

Habrá quien esté más o menos de acuerdo con esta afirmación. En todo caso, es indudable que marketing y comunicación deben ir cada vez más de la mano para complementarse. Eso sí, siempre con profesionales en uno y otro lugar que sean realmente conocedores de su área, porque una buena reputación eleva exponencialmente las posibilidades de éxito de una campaña de marketing; la ausencia de reputación las condena al fracaso.

 

 

“No es lo que tú dices, es lo que ellos entienden”

Malansky Partners

Por su propia naturaleza, el sector agroalimentario ejerce principalmente su actividad en el ámbito rural, y eso ha supuesto una barrera geográfica en su relación con los líderes de opinión nacionales y con los medios de comunicación que influyen en la opinión pública, que se concentran en grandes núcleos de población. A eso hay que añadirle que cada generación está algo menos vinculada al campo, con el desconocimiento añadido que eso conlleva de la realidad agrícola y ganadera. Hoy, en muchos casos, en las grandes ciudades están los hijos de los hijos de los que vivían en zonas rurales. Urbanitas de segunda o tercera generación alejados del entorno del campo.

A esa barrera física se le ha unido históricamente una barrera cultural y psicológica, toda vez que el sector se ha dedicado a trabajar mucho y bien pero no ha realizado esfuerzos suficientes por mantener una relación continua y fluida con los medios de comunicación generalistas y trasladar, de esa forma, todos los aspectos positivos que conlleva la actividad así como la generación de valor económico y social que aporta.

Ese hueco de desconocimiento es en muchos casos -especialmente en el ámbito ganadero- aprovechado por colectivos contrarios a la actividad, de naturaleza predominantemente urbana, que han dedicado muchos recursos y tiempo a labrar relaciones con los medios y a generar un aura de modernidad a tendencias como el veganismo o el animalismo que han encontrado espacio mediático y eco en algunas capas de la sociedad, en las que existe en no pocos casos desconocimiento real de la actividad ganadera.

En la Era Digital, en la que la multilateralidad de la comunicación ha cambiado las reglas del juego al acabar con el monopolio informativo de los medios de comunicación, tampoco el sector está aprovechando las oportunidades de dirigirse a sus grupos de interés y a la sociedad. Es cierto que los mayores influencers proceden también de entornos urbanos y están alejados de la realidad del sector agroalimentario; pero también lo es que hay que encontrar fórmulas para no perder nuevas oportunidades. Las hay, pero es preciso implementarlas más allá de abrir perfiles en redes sociales gestionados por personas que no están integradas en el equipo de estrategia comunicativa.

A este alejamiento de los líderes de opinión hay que sumarle las nuevas demandas de la sociedad hacia las empresas, organizaciones y administraciones. Los ciudadanos exigen hoy en día transparencia, modelos sostenibles de producción y compromiso con la sociedad en la que operan. Y no es que el sector agroganadero español no haya avanzado en muchos de esos aspectos, que lo ha hecho.

El problema es que, además de avanzar más en algunos de ellos, hay que comunicarlos. Porque la reputación depende tanto de lo que se hace como de lo que se comunica. Y en ese segundo aspecto aún queda mucho camino por recorrer, ya que se ha priorizado la información hacia los propios profesionales del sector agroalimentario sobre la comunicación efectiva hacia los consumidores. Por ello es necesario reenfocar las estrategias para encontrar mensajes sencillos y atractivos que despierten el interés de los consumidores, así como canales de difusión adecuados para hacer oír la voz del campo español ante la sociedad.

 

“La reputación de las compañías es lo que genera la diferenciación y la relevancia que garantiza su supervivencia”

                                                                    Montserrat Tarrés, presidenta de Dircom

Vivimos en una sociedad que desconfía de sus instituciones y empresas. Cada vez está más informada y tolera menos que no se le diga la verdad. Según el Barómetro de Confianza 2018 de Edelman, a nivel internacional el índice de confianza está muy bajo. Como podemos ver en el cuadro de abajo, tan solo la mitad de la población (53%) confía en las Organizaciones No Gubernamentales. Las empresas aprueban también por poco (52%) mientras que Gobiernos y medios de comunicación tienen una credibilidad escasa.

En España las cifras no son mejores a las del resto del mundo, aunque las ONGs gozan de mayor credibilidad en nuestro país (64 puntos en el Barómetro de Confianza). Las empresas se sitúan en 53 puntos y los medios de comunicación (46 puntos) tienen algo más de crédito que el Gobierno, que es el que menos confianza genera, con 39 puntos. La verdad es que no se puede decir que unos y otros no se hayan ganado esta falta de confianza a pulso.

Estamos, pues, inmersos en un escenario internacional de crisis de confianza. A eso se le añade que la sociedad está cada vez más concienciada y demanda mayor transparencia, sostenibilidad y responsabilidad social a empresas, organizaciones y gobiernos. Más que demandar lo exige. Y lo controla. A cambio los estudios señalan que muchos ciudadanos están dispuestos a pagar un pequeño sobreprecio por aquellas marcas o productos en los que confían, que consideran que actúan de forma responsable. Esto nos lleva a un cambio total en el ámbito empresarial y, por tanto, en el de la comunicación.

En este contexto, el objetivo prioritario de la comunicación es el de generar confianza, el de labrar una sólida reputación de la empresa y gestionarla en el tiempo, entablando relaciones estables con todos los grupos de interés, desde los propios empleados (público prioritario) hasta los consumidores, pasando por el resto de stakeholders. En definitiva, que nuestros grupos de interés y consumidores nos reconozcan por cómo somos, por nuestros valores y principios y por el valor diferencial que les ofrecemos.

Pero eso sí, la reputación depende en un 70% de lo que una empresa hace y un 30% de lo que comunica. Por tanto, comunicar -hoy en día más que nunca- comienza en el hacer. No hay storytelling sin storydoing. Estamos en un mundo hiperconectado, en el que cada consumidor es a su vez emisor y receptor, en el que la información desfavorable es imposible de ocultar. Y hay que tener en cuenta que la reputación de una organización o empresa es subjetiva y depende de ojos ajenos. De sus clientes y grupos de interés.

Si una empresa u organización cuenta lo que no es, antes o después lo pagará, porque defraudará las expectativas de sus grupos de interés, y desatará eso que habitualmente es una ‘crisis de confianza o de reputación’. La comunicación puede ayudar a prevenirla y a salir bien de ella incluso reconociendo errores puntuales si los hubiera, pero en ningún caso será efectiva si lo que se pretende es que esconda o niegue malas praxis habituales. En reputación, por tanto, comencemos por el hacer para poder contar.

“La información es el mensaje, mientras que la comunicación es la relación, que es mucho más compleja”

Dominique Wolton. ‘Informar no es comunicar’

La pasada semana expuse las diferencias entre comunicación y marketing, dos disciplinas que bien planificadas y complementadas pueden aportarse mucho la una a la otra. Pero siempre teniendo en cuenta la premisa de que son distintas, ya que la primera se orienta a la reputación, se enfoca en los valores corporativos y se marca objetivos a medio y largo plazo, mientras que el marketing trata de generar oportunidades de ventas al enfocarse en el producto y cumplir objetivos a corto plazo.

Hoy me voy a referir a las diferencias entre informar y comunicar, que son abismales. Y es que, aunque la información forme parte del proceso comunicativo, en muchos casos cuando nos limitamos exclusivamente a informar no logramos atraer la atención de la mayor parte de nuestros públicos-objetivo y, por tanto, no logramos atraerles, seducirles ni influir en ellos, que es lo que busca una buena comunicación.

La información sirve de materia prima a la comunicación, que debe saber pulirla para convertirla en un preciado diamante que seduzca a los grupos de interés de una empresa u organización. Informar a secas supone partir de los intereses de la empresa u organización mientras que comunicar implica conocer a tus receptores, segmentarlos y ofrecer contenidos útiles y específicos a cada uno de ellos.

 

Es decir, informar parte de mí hacia el otro mientras que la comunicación eficaz empieza en el conocimiento del receptor para entablar conversación sobre aquello que le es útil y le interesa, sobre nuestros valores compartidos.

COMUNICAR ES COMPARTIR

La palabra comunicar deriva del latín communicare, que significa “compartir algo, poner en común”. Esto conlleva que la persona o público al que te dirijas tenga algo que compartir contigo y quiera hacerlo. Y para eso debes conocerle, saber cuáles son sus intereses, dónde encajan con los tuyos, qué le puedes aportar y cómo dirigirte a él para ganar su confianza a lo largo del tiempo y mantenerla a base de no engañarle ni traicionar sus expectativas. Porque cuando te diriges a un grupo de interés o consumidor, generas expectativas. Si las cumples o las superas lograrás vincularles, ganar su confianza. Si les decepcionas te puede costar una crisis de reputación.

En este punto la comunicación juega un papel clave, porque es la que se encarga de conocer y escuchar a tus públicos, de elaborar un mensaje atractivo que defina tus valores y la propuesta de valor que te hace diferente, la que encuentra la forma y el momento más adecuado de hacerlo llegar a cada uno de tus públicos, la que mantiene la conversación abierta de forma constante en el tiempo y, finalmente, la que mide continuamente las respuestas y anticipa las nuevas demandas que puedan hacerte.

En definitiva, una buena comunicación te hace único a ojos de tus consumidores y grupos de interés, les seduce y atrae, logra influir en ellos y permite liderar de forma proactiva la conversación. Todo ello genera confianza y reputación. Eso es comunicar.

Son muchas las empresas y organizaciones que creen tener cubierta su comunicación por el Departamento de Marketing, porque tienen dentro del mismo a alguna persona que envía algún comunicado de prensa, atiende a los medios o gestiona las RRSS. Todo ello utilizando los conocimientos y las herramientas del propio marketing. Y eso es claramente un error estratégico de primer nivel, que parte del desconocimiento de lo que es la comunicación y el valor que aporta al negocio.

Así que permítanme que lo repita una y mil veces: marketing no es comunicación. Ambas son disciplinas muy importantes para la empresa y complementarias, pero tienen objetivos distintos, que precisan de profesionales diferentes que manejen las herramientas que cada una aplica.

El marketing está orientado a generar oportunidades de venta; vive enfocado en el producto o la marca de producto; y sus acciones miran al corto plazo y habitualmente son de pago.

           

Por su parte, la comunicación se orienta hacia la gestión de la reputación; se enfoca en los valores, cultura y marca corporativa; y sus acciones miran al medio y largo plazo para generar confianza en los consumidores o grupos de interés de una empresa u organización. De hecho, en esta época en la que los intangibles son los que mayor peso tienen en la cuenta de resultados y en la que las marcas están por encima de sus productos, la comunicación gana terreno.

Por tanto, tener un buen departamento de marketing no permite prescindir de los profesionales ni de las herramientas de la comunicación ni apenas dedicarle presupuesto si lo que se pretende es generar confianza a largo plazo y una relación estable con empleados, accionistas, clientes, reguladores, medios de comunicación o consumidores.

Una buena comunicación facilita el éxito de las campañas de marketing y la labor de los departamentos de venta, porque te hace ganar la confianza de tus públicos y predisponerles a tu favor. Y eso, sin duda, genera ingresos en el medio y largo plazo y da estabilidad a una marca, empresa u organización.

“El problema de nuestro tiempo es que el futuro no es lo que solía ser” (Paul Valéry)

 

Estamos inmersos en un cambio de era que se estudiará en los libros de texto de las futuras generaciones. Ya le llamemos Era Digital, Era de la Información o de cualquier otra manera, es evidente que la revolución tecnológica está cambiando los cimientos de la sociedad en la que vivimos y además lo hace a una velocidad infinitamente mayor que otros grandes cambios que haya experimentado la humanidad.

La comunicación no solo no es la excepción a esta norma, sino que es una de las disciplinas que se enfrenta a mayores cambios y, por tanto, retos. Nunca los consumidores dispusieron de tanta información ni de tanto poder de ser escuchados por otros consumidores. Una mala reseña o un tuit o post negativo pueden hacerse virales y perjudicar a cualquier empresa, organización o Gobierno. Así que ahora no sólo hay que pelear por captar la atención del consumidor, sino también -y especialmente- por lograr que recomiende nuestro producto o servicio, que tenga una opinión positiva de nuestra empresa u organización o que al menos no se convierta en un hater. Y eso cambia de forma absoluta las reglas del juego de la comunicación.

Hoy en día asistimos a 4 cambios en aspectos fundamentales del modelo comunicativo que dan lugar a una nueva forma de encarar y entender la comunicación: 

  • Cambios en el emisor: las empresas ya no tienen el monopolio de su propia información. Ahora los clientes y grupos de interés opinan y son escuchados por otros clientes y grupos de interés. Y además en muchos casos -casi siempre, diría yo- gozan de mayor credibilidad que las propias compañías y organizaciones.
  • Cambios en el receptor: su tiempo es importante y la oferta informativa y lúdica se ha multiplicado. Por ello demanda información útil y fácilmente accesible. Y, sobre todo, exige transparencia y veracidad. Valora la confianza.
  • Cambios en el mensaje: la saturación de mensajes lleva a tener que innovar y explorar formas que capten la atención del consumidor. Y a acercarse a él con contenidos originales y relevantes para sus intereses.
  • Cambios en el canal: hoy estamos inmersos en la multicanalidad. Hay tantos posibles emisores como personas y se relacionan en todas las direcciones. Los medios tradicionales pierden peso frente a gigantes como Google, Facebook o Twitter. Ya no son necesarios para llegar a los consumidores o grupos de interés. Donald Trump pudo ganar unas elecciones con gran parte de establishment mediático en contra. Su medio más potente para conectar con el público es Twitter.

Estos cambios implican una transformación total en la comunicación de las organizaciones y empresas, con sus retos, amenazas y oportunidades. Y, como es obvio, si todo cambia no podemos seguir haciendo lo mismo que hace años. Comunicar, más que nuca, es INNOVAR.

Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados

Sun Tzu,'El arte de la guerra'

 

Uno tiene la sensación de que la comunicación no suele gozar en los órganos directivos de empresas, organizaciones y administraciones del reconocimiento que debiera por su importancia. Y no porque no sea una actividad a la que cada vez se han sumado muchas empresas de todos los tamaños, especialmente tras la expansión del uso de Internet y las redes sociales, que les han hecho ver en mayor medida la importancia de darse a conocer y participar en la conversación con sus públicos y grupos de interés. 

La cuestión, por tanto, no reside tanto en si las empresas apuestan o no por comunicar, ya sea a través de una persona o departamento propio o de una agencia o colaborador externo, sino en si se le dota de los recursos necesarios y de si se le da el valor que merece en función de su capacidad para ayudarle a conseguir sus objetivos. En este sentido, hay que recordar una frase del profesor Santiago Garcí­a Echevarrí­a: "si la visión, el posicionamiento y los valores de una empresa no se comunican de la forma correcta a todos sus públicos no generarán la confianza de la que precisan para que sea exitosa". Por tanto es primordial para una compañía apostar por una comunicación eficaz, dotada de recursos suficientes.

A cambio, la empresa debe exigir a su DirCom o a su agencia que la comunicación que se desarrolle tenga un claro carácter estratégico, en el sentido en que parta de un análisis certero de la situación y de un conocimiento profundo del entorno; permita forjar una reputación sólida a la compañía; logre que sus grupos de interés perciban los valores diferenciales de la empresa; mantenga la coherencia en cuanto a posicionamiento de todas las acciones de comunicación que se lleven a cabo -es decir, conecte las tácticas-; y sea sostenible en el tiempo a la vez que objeto de revisión y modificación en un entorno cambiante.

La comunicación es una actividad clave para la consecución de los objetivos de una empresa u organización y tiene una importancia creciente en una época en que los intangibles son cada vez más valorados por la sociedad o, lo que es lo mismo, por los grupos de interés y los potenciales clientes. De ahí que, sin duda alguna, como refleja el título de este post, o la comunicación de una empresa u organización tiene un marcado carácter estratégico... o no es realmente comunicación. Habría que buscar otros términos para definirla.

En el anterior post escribí sobre las principales conclusiones de un Estudio sobre la Comunicación en el Sector Agroalimentario que ha realizado Making Known en estos pasados meses; estudio en el que han participado una treintena de directivos del sector cuyo enfoque ha sido cualitativo y no representativo ni proporcional por subsectores agrarios y alimentarios.

Hoy, como ya avancé, recojo algunas de las reflexiones más interesantes que se han hecho y que creo que sintetizan bien algunas de las principales fortalezas, debilidades, preocupaciones o inquietudes con respecto a la comunicación en el sector agroalimentario. Omito los nombres de aquellos directivos que las realizaron para mantener la discreción que con todos ellos me comprometí.

 

IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN

  • Lo que no cuentas no existe.
  • En el sector agroalimentario desgraciadamente abundan aquellos que comunican a granel, sin sentido y sin valor añadido.
  • Si no te entienden, no influyes.
  • La comunicación es como el teatro: la última función lo marca todo.
  • La comunicación es una de las grandes carencias del sector de la pesca.
  • Hoy en día más que nunca, comunicar es innovar.
  • Una buena comunicación precisa de un mensaje de interés que esté vestido de forma atractiva y se traslade a través de un canal de comunicación que funcione bien.
  • Es fundamental tener presencia en los foros de debate y ser un referente ante los medios para que se refleje tu opinión cuando se habla de tu sector.
  • A la comunicación se le da mucha importancia en la parte teórica, pero a la hora de la verdad se invierte poco en ella.

 

ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN

  • Es preciso tener una estrategia en comunicación porque si no estás por estar. El problema es que muchas veces no se tienen claros o no se definen bien los objetivos que se quieren alcanzar y eso lleva a estrategias equivocadas.
  • La comunicación interna es vital porque es demoledor para la imagen de una empresa que tu plantilla desconozca aspectos importantes de tu organización.
  • En otros países, como EEUU, se empieza a valorar más un planteamiento estratégico a medio y largo plazo que una sola campaña espectacular.
  • Si un periodista contratado o una agencia no conocen bien tu negocio no pueden comunicar bien tus valores ni tu esencia.
  • Tenemos que ser conscientes de que la comunicación es muy importante, pero por sí sola no soluciona todos los problemas.

 

IMAGEN QUE SE REFLEJA

  • Existe un impacto directo entre noticias perjudiciales para un producto y bajada del consumo de un producto.
  • Hay una enorme desproporción entre la importancia social y económica del sector agroalimentario y la atención mediática que genera.
  • Tenemos que ponernos en la piel del consumidor y contar las cosas en función de cómo te percibe, no de cómo quieres que te perciba.
  • Entre los medios generalistas hay un gran desconocimiento del sector agroalimentario.
  • Hay que encontrar mensajes claros que calen en la sociedad para que se valore en esfuerzo y el valor del sector agroalimentario.
  • Hay que comprender al consumidor y simplificar los mensajes que enviamos.
  • El campo está muy lejos de la gente y no logramos llegar al consumidor final de forma efectiva.

En los últimos meses en MAKING KNOWN hemos tenido la oportunidad de entrevistarnos a fondo con directivos del sector agroalimentario con el fin de realizar un 'Estudio sobre la Comunicación en el Sector Agroalimentario y Pesquero' que refleje qué importancia le otorgan a la comunicación aquellos que lideran grandes organizaciones alimentarias y cuentan, por tanto, con una visión global del sector.

El estudio, en el que hemos realizado entrevistas a fondo con representantes de 25 organizaciones de este sector, lo podéis descargar en el documento que adjunto en este post, pero voy a exponer algunas de sus principales conclusiones.

En el lado de los aspectos a mejorar, hay que reseñar que menos del 40% de las organizaciones objeto de este estudio cuentan con un Plan Estratégico de Comunicación; siete década diez no miden el impacto de sus acciones de comunicación ni tienen pautas o un Plan de Crisis; el 30% no tiene ningún responsable interno ni externo dedicado a las funciones de comunicación; y más de la mitad considera que ni los medios de comunicación ni sus públicos-objetivo les perciben como a ellos les gustaría.

Pero también hay aspectos claramente positivos. En este aspecto, prácticamente la totalidad de las organizaciones cuenta con al menos un portavoz autorizado; ocho de cada diez preparan los mensajes-clave que quieren trasladar en entrevistas o foros; siete de cada diez adapta dichos mensajes al tipo de medio de comunicación, público o canal al que se dirige y casi el 70% asegura que las nuevas tecnologías le han ayudado mucho o bastante a la hora de potenciar su labor de comunicación.

 

DIVERSIDAD DE ACCIONES DE Y DISTINTAS FORMAS DE INTEGRAR EL DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN

El estudio refleja que las organizaciones agroalimentarias llevan a cabo una gran diversidad de acciones para atender a sus diferentes públicos-objetivo. Prácticamente todas realizan, en mayor o menor medida, acciones de comunicación externa, comunicación interna y relaciones institucionales, además de tener presencia en una o varias redes sociales, al margen de que el 100% cuenta con página web y el 86% con perfil en una o varias redes sociales.

En cuanto a un interesante debate, el cómo integrar en las organizaciones el Departamento de Comunicación, sigue habiendo diversidad de fórmulas, como se observa en el gráfico. Hay que reseñar que sólo el 10% cuenta con un DirCom de plantilla y agencias externas de apoyo; y que el 30% no tiene responsable ni interno ni externo de Comunicación.

 

FORTALEZAS, DEBILIDADES Y PREVISIONES DE FUTURO

Los participantes en el estudio dan un aprobado a la labor de comunicación que se realiza en general en el sector agroalimentario (2,7 puntos sobre 5), y han señalado algunas de sus fortalezas y debilidades. Entre las primeras destacan aspectos como la calidad y variedad de medios sectoriales; la mayor profesionalización de la actividad comunicativa en las organizaciones que se ha desarrollado en los últimos años; o la buena imagen del sector entre los ciudadanos.

Por el contrario, entre los aspectos que se deben mejorar se echan en falta estrategias a medio y largo plazo; mensajes más sencillos que “calen” en la sociedad; o la falta de mayores recursos para comunicación, a la vez que hay quejas sobre la falta de interés de los medios generalistas por las noticias “positivas” del sector.

De cara al futuro –los próximos tres a cinco años- hay dos aspectos relevantes. El primero es que una mayoría considera que la comunicación emocional, acompañada de mensajes menos complejos, ganará espacio para apoyar la comunicación racional o informativa. El segundo es que aunque son mayoría los que consideran que las redes sociales ganarán en importancia, hay una amplia coincidencia en que los medios tradicionales seguirán siendo fundamentales.

La próxima semana compartiré algunas de las reflexiones que los participantes hicieron y que me parece que son de interés porque ponen el foco en algunas de las cuestiones de mayor importancia sobre la comunicación que realizan las organizaciones agroalimentarias y pesqueras.

"El que planifica la victoria en el cuartel general, incluso antes de ganar la batalla, es el que tiene más factores estratégicos de su parte […] El que tiene más factores estratégicos a su favor es el que gana".

 Sun Tzu, 'El arte de la guerra'

 

Mis primeras palabras en este blog quiero que sean de agradecimiento a todos aquellos que nos ha apoyado para que hoy tome forma un proyecto al que hemos dedicado tiempo y mucha ilusión: MAKING KNOWN, una consultora de comunicación a la que hemos puesto el apellido de “estratégica” debido a que los que formamos parte de ella consideramos que, sin un planteamiento estratégico, la comunicación o no es eficaz o conlleva un alto derroche de recursos humanos y económicos para lograr los objetivos.

Un general no se presenta en el campo de batalla sin haber estudiado el terreno ni a su enemigo, sus fortalezas y debilidades, su número de efectivos, sus armas o sus motivaciones para la guerra; un entrenador profesional no llega a un partido sin analizar pormenorizadamente al equipo rival; una empresa no lanza un producto sin haber estudiado a su competencia y todo lo relativo al mercado o a cualquier aspecto que pueda tener influencia en su marca.

De esa misma forma, en MAKING KNOWN creemos que una comunicación eficaz precisa de un análisis previo y pormenorizado, de unos objetivos claros y realistas y de una cuidada planificación. Y, sobre todo, la comunicación siempre debe estar al servicio de la estrategia de una empresa u organización.

NUESTRA IMPRONTA

Antes de nacer, uno se pregunta qué puede aportar que no estén haciendo otros en su mercado, cuál va a ser su valor añadido. Y la verdad es que en comunicación dentro del sector agroalimentario –nuestro ámbito principal- hay profesionales de altísimo nivel y agencias que hacen realmente bien las cosas. De todos ellos tratamos de aprender lo bueno que hacen a la vez que intentaremos aportar nuestra propia visión, nuestra impronta.

¿Y cuál es esa impronta, esa forma particular de hacer las cosas? En primer lugar le damos un carácter realmente estratégico a la comunicación, para que cada acción táctica tenga sentido dentro de un todo, y así desde diferentes ángulos se refuerce el posicionamiento de un producto, marca o empresa, para lo cual también nos gusta trabajar  en torno a pocos pero muy claros mensajes-clave o ideas-fuerza.

Así mismo, consideramos que hay que analizar de forma personalizada los canales más interesantes a través de los que una empresa u organización debe comunicar y cada público al que se debe dirigir, ya que en los últimos años parece que se ha impuesto la necesidad de que todas las empresas hagan lo mismo y utilicen los mismos canales aunque tengan estrategias distintas y públicos diferentes. Así, en lo que a comunicación respecta, sobre todo en el ámbito digital, todos corren, solo que no pocos lo hacen en círculo, de forma que nunca llegan a ningún lado y además vuelven al mismo punto de partida mucho más cansados y con menos recursos.

DIFERENTES CANALES PARA UNA SOLA ESTRATEGIA

Para nosotros no existe una barrera ni diferentes estrategias para comunicación on-line y off-line o tradicional. Existe la comunicación, y todos son canales válidos, complementarios y que deben estar coordinados. Si el posible cliente consume en un solo día televisión analógica, webs y redes sociales, aplicaciones móviles, publicidad exterior o asiste a eventos, ¿por qué hay que dividir la comunicación en dos o incluso dejarla en manos de departamentos estancos que no se coordinan? ¿Cómo es posible que no vayan de la mano con una sola estrategia?

Por otro lado, consideramos que ante la saturación de mensajes de esta sociedad de la información, la comunicación debe ser sencilla y diferenciadora, y en este aspecto las acciones de comunicación emocional bien realizadas son muy efectivas. Lo emocional no es sinónimo de publicidad; ni el posicionamiento o la diferenciación términos exclusivos del marketing, sino también de la comunicación. Por ello, igual que los ‘marketinianos’ se valen de no pocas herramientas periodísticas, los comunicadores podemos aprovechar algunas de las técnicas que tradicionalmente trabajan los departamentos de marketing para hacer más efectiva nuestra labor.

En fin, sirvan estas líneas como pequeña declaración de intenciones, de resumen de una forma de trabajar que no es ni mejor ni peor que otras, solo distinta, como lo es la de cada persona o agencia.

En todo caso, si quieren saber nuestra motivación última para lanzarnos a esta aventura, tiene fácil explicación. Nacemos para hacer lo que nos apasiona: buena comunicación.