Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad es garantizar un suministro sostenible y seguro de alimentos en un contexto caracterizado por una creciente incertidumbre y variabilidad en los precios, costes y producciones agrarias. Todo ello, como consecuencia de factores tan diversos como los fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo, sequías e inundaciones), crisis logísticas (por ejemplo, crisis pandémicas), cambios en las políticas agrarias y los conflictos bélicos, entre otros. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pronostica que la población mundial crecerá por encima de los 9.000 millones para el año 2050, y que la demanda de alimentos aumentará en un 50% para 2030 y entre un 80-100% para 2050.