La iniciativa puesta en marcha por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Registro Nacional de Huella de Carbono, Compensación y Proyectos de Absorción de Dióxido de Carbono, pretende no sólo incentivar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de las empresas.
Los suelos forestales de España guardan unas reservas de unos 2.544 millones de toneladas de carbono, un valor que equivale a todo el dióxido de carbono (CO2) que la población ha emitido en los últimos 29 años, según el primer estudio realizado sobre este tema.
La Comunidad Valenciana evitaría la emisión de 240.482,78 toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) mediante el uso de combustibles sólidos a partir de los residuos forestales y la cáscara de arroz que se generan en el territorio autonómico, según revela el proyecto Biomer realizado por el Instituto Tecnológico de la Energía, ITE, y el Instituto Tecnológico del Mueble, Madera, Embalaje y Afines, AIDIMA.
Se podría evitar importar 138.000 toneladas equivalentes de petróleo, unos 160 millones de dólares, si utilizaran las 345.000 t/año de biomasas que se exportan.
Nada de sembrar vientos para recoger tempestades. Si lo que se quiere es recoger los gases de efecto invernadero, una ayuda puede ser sembrar el mar con hierro para fertilizar las algas. El ensayo del barco Polarstern, en el que participan investigadores españoles, parece que ha dado sus frutos, según pubica Nature.
La maquinaria agrícola contribuye, hoy en día, en gran medida a que una explotación pueda ser más sostenible. Desde la Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y de Espacios Verdes (ANSEMAT), miembro activo de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, se trabaja de forma intensa en ayudar a sus asociados a mejorar todos los parámetros relacionados con la sostenibilidad.
Según un estudio internacional, con participación española y que publica la revista Nature esta semana, el CO2 producido por los ecosistemas acuáticos será en ocasiones el doble del generado por los terrestres. Una compilación global de datos y una teoría matemática han permitido calcular el incremento de la respiración de estos entornos ante el cambio de temperaturas.
Los bosques atrapan dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero con mayor impacto en el cambio climático.